Siguiendo con el tema de esta semana, cuando estás sin niños da igual que sea invierno, verano, primavera u otoño. Cuando estás sin niños, -cosa que a mí no suele ocurrirme muy a menudo-, te das cuenta de que puedes hacer e ir a donde quieras. Aunque suene mal decirlo: ¡eres libre! Cuando vas a salir sola, con tu pareja o con tus amigas te das cuenta de varias cosas:
- En primer lugar que tú controlas los tiempos, lo que no es moco de pavo. Dependes de ti, únicamente de ti, para llegar o no llegar tarde a tu destino.
- Nadie suele meterte prisa, ni tú le metes prisa a nadie, con lo que estás más relajada.
- Te preocupas exclusivamente de ti, de prepararte y preparar tus cosas, lo que nuevamente disminuye el estrés.
- Vas a donde quieres sin tener que preocuparte de que el lugar en cuestión sea “kids-friendly”. Te puedes permitir el lujo de cenar en sitios donde no hay parque de bolas, no venden hamburguesas y/o regalan globos.
- En el lugar en cuestión, vuelves a preocuparte sólo de ti. Si vas a comer no tienes que pensar en la comida de nadie más aparte de la tuya. No te preocupas de si los niños se aburren, hacen mucho ruido o se pelean y molestan a los demás comensales, si se terminan el plato o lo dejan a la mitad, etc., porque ¡no están!
- Puedes alargar la velada (eso, si no tienes toque de queda y tienes que volver a casa rauda y veloz como Cenicienta) sin preocuparte de si los niños están cansados, tienen sueño y quieren retirarse.
Gin tonics de una de nuestras salidas en pareja |
Tengo una amiga que tiene una hija que disfruta yendo de compras y tomando el aperitivo. En ocasiones, me dan ganas de darle el cambiazo por uno cualquiera de los míos. Mis hijos "ni rebajas ni terrazas", son carne de parque o en su defecto de mando a distancia o teclado de ordenador. Por ello, las pocas veces que salgo sola con mi marido o con alguna amiga, disfruto de lo lindo. Da un gustazo tremendo eso de decirle al camarero: “Mesa sola para dos”.
¿Sales por ahí sin niños?
¿Lo echas de menos?
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