De todos los argumentos a favor de los deberes, de todas sus supuestas
ventajas o efectos sobre el alumnado, sólo puedo estar de acuerdo con estos
tres que nombro a continuación. Esto
es lo que los deberes, tal y como están planteados, pueden llegar a conseguir:
- Refuerzan lo aprendido en el aula: pues suelen consistir en ejercicios reiterativos.
- Estimulan la memoria de los niños: les hacen aprenderse muchos datos y fórmulas.
- Ayudan a mejorar la lectura: obligan a tener que leer los libros de texto, que si el niño no es aficionado a la lectura, no le viene mal del todo para practicar, aunque sea a la fuerza.
El resto de bondades
que muchos atribuyen a los deberes serían ciertas en un mundo ideal en el que
estos no se limitasen a mandar los ejercicios del libro de turno. Aquí y ahora,
en la práctica totalidad de los colegios los deberes no cumplen sus supuestos
objetivos, simplemente por cómo están concebidos.
¿Cuáles deberían ser
las principales funciones de los deberes? Estas
son las cosas que deberían conseguir los deberes y no consiguen:
· Contextualizar lo aprendido en el mundo real, es decir, trasladar la teoría
a la práctica.
· Favorecer la formación complementaria, permitiendo que el alumno profundice
en los temas de su interés.
· Estimular el manejo complementario de las tecnologías de la información.
· Fomentar la capacidad de planificar y buscar información por sí mismo.
· Promover la creatividad, así como la interacción y la posibilidad de ayuda
entre alumnos.
Sin embargo la
circunscripción a los libros de textos, tanto dentro como fuera del aula, les
quita a los niños capacidad de crear e involucrarse con aquello que están
estudiando. Convierte el estudio y los deberes en algo mecánico y aburrido,
apagando sus ganas de saber más.
Los típicos ejercicios
que los niños llevan a casa son preguntas cerradas que sólo admiten una
respuesta y que sólo sirven para que el niño plasme lo que dice el libro sobre
ese tema. En este tipo de actividades la creatividad brilla por su ausencia al
igual que la autonomía. El niño hace lo que le mandan, no elige el tema, el
planteamiento ni puede cuestionar la respuesta. No se fomenta pues el
razonamiento lógico ni se le hace partícipe de su propia formación.
Por otro lado los
deberes en general son siempre individuales de manera que no fomentan en
absoluto el compañerismo, si no por el contrario fomentan la competitividad en
tanto en cuanto muchas veces son evaluados y tenidos en cuenta para la nota
final.
Hay otros argumentos a
favor de los deberes y con los que no estoy en absoluto de acuerdo. Estas son las cosas que ni se consiguen
con los deberes ni deberían perseguirse con ellos:
·
Los deberes no ayudan al niño a crear hábitos de trabajo, a ser
responsables, ni desarrollan su disciplina. Todos estos son aspectos que forman
parte de la personalidad y el carácter de cada niño. Son aspectos madurativos
que o vienen de serie o se adquieren (si es que se adquieren) con el tiempo. El
niño que es responsable se pone hacer los deberes por iniciativa propia, el que
todavía no lo es le costará ponerse y eso creará conflictos en la familia. Además
para aceptar una responsabilidad de buen grado uno debe ser autónomo, poder
decidir, y esto no ocurre con los deberes en tanto que suelen ser obligatorios.
· Los deberes no deben introducirse como preparación para cursos posteriores.
Cada edad tiene unas características y necesidades distintas. La necesidad de
juego de un niño de 6 años no tiene nada que ver con la necesidad de juego de
un niño de 13. Mandar deberes a niños cada vez más pequeños sólo consigue robar
tiempo de su infancia y que lleguen a mayores quemados con el colegio y las
tareas. No es bueno forzar ni adelantar etapas.
·
¿Consiguen los deberes que las familias se impliquen en la educación de sus
hijos? Sería ideal que los padres tuviéramos un rol más activo en la educación
de nuestros hijos, pero esto debería ir más allá de garantizar que nuestros
hijos hacen los deberes. Es curioso como a los padres poco o nada nos dejan
influir en el devenir de las clases y sin embargo los profesores sí que
interfieren en nuestra dinámica familiar mandando tareas para casa. En
cualquier caso, los padres no deberíamos tener que convertirnos en profesores
de nuestros hijos como muchas veces ocurre (¿para eso ya van al colegio, no?).
Sin contar con que hay padres que no pueden, por falta de tiempo, formación y
recursos ayudar a sus hijos con las tareas si lo necesitan aunque quieran
hacerlo, lo que es injusto para esos chicos y los deja en una situación de
inferioridad frente a sus compañeros.
· Utilizar los deberes como herramienta disciplinaria, para dejar claro quién
manda y castigar con ellos faltas de comportamiento. Aunque hay incluso
normativas de algunas comunidades autónomas que contemplan la “realización de
tareas o actividades de carácter académico” como sanción para corregir faltas
leves, creo que esta es una medida decimonónica, totalmente desfasada que
desvirtúa el valor de dichas actividades al transformarlas en castigo. Las
tareas escolares deben ser un medio para poder profundizar en los contenidos y
mejorar en aquellas materias en las que cada alumno tenga más dificultades y
deberían ser percibidas por los alumnos como algo positivo.
· Los deberes no deberían ser usados por los padres como herramienta para
tener entretenidos y ocupados a los niños por las tardes. Rectifico: quien
quiera hacerlo que lo haga pero que no me obligue a mí y a mi familia a entrar
en esa dinámica. Por las tardes nosotros vamos al parque, leemos los libros que
nos apetece, jugamos al monopoly, vamos a la piscina, etc. Quien quiera que su
hijo haga fichas o ejercicios de matemáticas o lo que sea, tiene a su
disposición miles de ellas en internet, sólo tiene que buscarlas y
descargárselas, no es necesario que sea el profesor quién las mande obligando a
todos los alumnos a su realización.
Todos, padres y
profesores deberíamos plantearnos estas preguntas: ¿Qué persiguen los deberes? ¿Qué se consigue mandando y haciendo deberes?
Empezar a cuestionarse esta “tradición” es un ejercicio necesario para modernizar
la educación. Está claro que si los docentes revisasen la metodología que
utilizan en el aula y se adecuasen los contenidos al tiempo disponible no sería
necesario mandar tarea para casa o al menos este tipo de tareas.
¿Cuál es tu opinión respecto a los deberes?
¿Cómo lleváis en casa este tema?
A mi no me gustan los deberes. Si yo no me gusta llevarme el trabajo a casa después de trabajar mi jornada ¿por qué mis hijos lo tienen que hacer?
ResponderEliminarY puede que si solo se tiene un hijo, puedas compaginar bien las cosas, pero cuando tienes varios, y tienes que atender al mayor que hace la tarea, con el pequeño que está aprendiendo a hacer caca en el baño y la segunda que salta encima de la cama... Acabamos estresadas todos, la mayor no se concentra porque su hermano llora porque se quiere ir al parque y cuanto más llora uno, menos se concentra el otro. Total, todos castigados en casa sin salir por la tarea que nos ha mandado el profesor.
En conclusión, solo llevamos un mes de clase y tareas, y ya estoy cansada de ellas
Un beso
Si, esa es otra: como influyen los deberes en nuestra dinámica familiar. Nos complica mucho la vida y lo peor es que su "utilidad" no está demostrada. Pero todavía hay padres que creen eso de que "la letra con sangre entra" y creen que son super necesarios, así que hay que trabajar en muchos frentes para poder abolir esta "exclavitud" educativa sin sentido. Ánimo! Si ves que os afecta mucho, declararos insumisos o hacerlos cuando os venga bien, si no os apetece o no se puede pues no se hacen. Le pones una nota avisando al profesor y listo. Un beso.
Eliminarmentira ya tenemos de sobtras con la 5 horas
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