martes, 20 de diciembre de 2011

CON OXITOCINA CRIAR ES MÁS FÁCIL


Criar a un niño y acompañarle en su crecimiento y conocimiento del mundo no es fácil. Sobre todo ahora que la sociedad en general no ayuda y muchas veces el entorno más cercano tampoco. Las madres actuales tenemos muy pocas referencias válidas a nuestro alrededor sobre como hacer las cosas, nadie nos enseña y los consejos bienintencionados muchas veces están equivocados, porque la mayoría tratan de facilitar la vida al adulto ignorando las necesidades genuinas de los niños.
Pocas son las mujeres para las que esta tarea es siempre gratificante, conozcan la respuesta a todas las preguntas y no haya días en que estar con sus hijos se les haga cuesta arriba. La relación con los hijos no siempre es fácil a pesar de quererlos con locura y estar dispuestas a dar nuestra vida por ellos. Esta relación depende de muchos factores. Estos son algunos que se me ocurren a mí:
- En primer lugar están los caracteres: creo firmemente en que desde que nacemos ya somos “nosotros” de alguna manera, un ser especial y diferente al resto, con nuestra manera de ser, que luego irá modelándose por la relación que tengamos con el resto del mundo. No todos los niños son iguales -aunque sus necesidades si sean las mismas-, ni todas las madres tampoco, y las diferencias o las “excesivas semejanzas” entre unos y otros pueden hacer que la relación no siempre fluya con facilidad.
- También influyen las circunstancias en las que ese bebé se gestó: no es lo mismo quedarse embarazada buscándolo que de penalti, hacerlo con el apoyo de la pareja que sin él, en medio de una crisis personal y/o económica o en tiempos de tranquilidad y bonanza…
- El orden de aparición en escena también cuenta. Tampoco será igual la relación con el primogénito, que con el segundo o el tercero si los hubiere. Las personas vamos cambiando con el tiempo, nuestras circunstancias también y eso afecta a como nos sentimos y nos relacionamos con los demás. El primer hijo suele ser el conejillo de indias de nuestra formación como madres. Con ellos aprendemos y con ellos inevitablemente solemos cometer más errores. Los que vienen después se benefician de la experiencia acumulada gracias a su hermano mayor. La culpa por no haber sabido hacer las cosas mejor con ellos, puede instalarse en medio de la relación y ser un lastre de por vida.
- Y lo que la sociedad no sabe, ni tampoco parece tener interés en conocer es como influye tener un buen parto y una lactancia exitosa en la crianza de los bebés.
La oxitocina, denominada la hormona del amor, está presente en actos fisiológicos relacionados con el placer, como la comida y los orgasmos. Es fundamental en el parto para que se produzca la dilatación y las contracciones y también está relacionada con la lactancia. Estos dos últimos: parto y lactancia si son vividos de manera tranquila pueden ser experimentados de forma muy placentera. La oxitocina está íntimamente ligada a las endorfinas. Cuando fluye por el corriente sanguíneo de la mujer, ésta se encuentra en un estado de placidez. Esta hormona produce efectos en su cerebro, la lleva a estar más atenta, más dispuesta y de mejor ánimo.
Por eso no es igual de fácil criar a un niño con oxitocina que sin ella.
Cuando la oxitocina natural ha estado presente en el parto y ha cumplido su función se produce un enamoramiento automático entre la madre y su bebé nada más conocerse. Y después durante la lactancia, la oxitocina “recompensa” a la madre por los esfuerzos que realiza para cuidar de su cría.
Por poner un ejemplo: que te despierten varias veces por la noche, -aunque sea tu propio hijo y lo haga por necesidad y sin afán de fastidiarte-, no es nada agradable, pero se soporta mejor gracias al chute de oxitocina que recibimos al amamantarlo. La oxitocina nos da un aporte extra de energía y paciencia para sobrevivir al estrés que suponen los primeros meses de vida del bebé. Es un mecanismo natural para garantizar la supervivencia de la especie, es una gratificación inmediata y física que nos disuade de abandonar a nuestra criatura al tercer día de no haber pegado ojo. Inconscientemente asociamos a esa pequeña criatura con una sensación placentera y somos capaces de seguir adelante gracias a la fuerza que nos infunde nuestra naturaleza mamífera. Sin la oxitocina, sólo disponemos de nuestra fuerza de voluntad y nuestro talante para enfrentarnos a la crianza y a veces con esto no es suficiente para poder darnos completamente sin sentirnos sobrepasadas.
Las madres que hemos tenido varias experiencias distintas de maternidad, con y sin oxitocina de por medio, solemos coincidir en que nos es más fácil relacionarnos con aquellos de nuestros niños que han sido criados con la ayuda de esta hormona.
En el parque, a la salida del colegio, en la consulta del médico…en aquellos sitios donde las madres solemos coincidir siempre hay mujeres nerviosas, enfadadas, regañando a sus hijos, quejándose de que no saben que hacer con ellos, de que están agotadas,… y yo me pregunto: ¿es esto normal?, ¿no debería ser la maternidad algo más fácil y placentero?
En esta sociedad de partos mecanizados y lactancias artificiales, la oxitocina parece estar en peligro de extinción. Por imposición o voluntad propia desaprovechamos esta arma gratuita y tan útil para hacernos más fácil nuestra nueva vida como madres.
Desde aquí os animo a probar esta droga natural y sin efectos secundarios, que nos hace más agradable la tarea de cuidar a nuestros bebés.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, es algo que siempre he pensado. Gracias por darle entidad!

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