miércoles, 11 de agosto de 2010

PASAR EL TIEMPO CON LOS NIÑOS


Me siento culpable y avergonzada de decirlo en voz alta pero voy a hacerlo de todas maneras: NO ME GUSTA JUGAR o quizá es que no se hacerlo. Puede ser que lo que no se me da bien es compartir mi tiempo con otros, porque pasé una infancia solitaria y a su vez nadie jugó conmigo, por lo que puede que nunca haya aprendido a jugar con los demás. En mi defensa puedo decir que no soy una niña y que como es normal prefiero dedicarme a cosas de adultos.

Mis niños no usan sus juguetes y eso que tienen un montón, pues todo el mundo se empeña en demostrarles su afecto llenando nuestra casa de cachivaches. Sólo muestran interés por el juguete en cuestión que tiene su hermano en ese momento, lo que deriva en peleas y llantos por su posesión. Pero en cuánto consiguen arrebatárselo al contrario, lo dejan tirado en un rincón.

Mis niños no tienen una habitación para jugar a la que poder mandarles para obtener un rato de tranquilidad. La casa es toda suya, pululan libremente por ella y el lugar donde prefieren estar es siempre donde estamos nosotros en ese momento, incluido el cuarto de baño mientras hacemos nuestras necesidades.

Mis niños prefieren la compañía adulta a la de otros niños, especialmente la de nosotros, sus padres. Quieren estar con nosotros, que juguemos con ellos o en su defecto que les miremos mientras juegan. Y observar como encestan sus primeras 10 canastas es emocionante pero a partir de la número 51 el tema empieza a cansar.

Mis niños madrugan mucho. Da igual que sea invierno o verano, día laborable o festivo,… ellos a las ocho u ocho y media están en pie, por lo que son muchas horas las que hay que rellenar con actividades que les suelen entretener una media de 6 o 7 minutos.

Mis niños no aceptan órdenes ni directrices sobre a que o como jugar, son ellos los que nos “enseñan” a nosotros como se hacen las cosas y se enfadan mucho si no jugamos como ellos creen oportuno hacerlo.

Por todo esto hay días que se me hacen eternos. Sobre todo aquellos en los que estamos solos, que son la inmensa mayoría. Porque satisfacer una sola persona las necesidades de aprendizaje y de experimentación de varios niños a la vez, es complicado. Y es que somos seres sociales, mamíferos que deberíamos vivir en manadas, porque compartiendo el tiempo con otros no habría cabida para el aburrimiento.

Así que ocurre que se me agotan las ideas, la paciencia y el buen humor. Me he vuelto una “artista”: hago manualidades de todo tipo e incluso les maquillo la cara (al mayor porque el pequeño no se deja…). ¡Quien lo iba a decir! ¡Yo que sacaba sobresaliente en todo excepto en plástica! Una hace lo que puede y para muestra un botón…

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