viernes, 13 de febrero de 2015

EL RESPETO ENTRE MADRES. EL RESPETO A OTRAS OPCIONES DE MATERNIDAD.

Dicen que no se respeta a las madres que optan por dar biberón o por no prolongar durante mucho tiempo la lactancia materna. Me pregunto a quién se refieren, quienes son aquellas personas irrespetuosas y en qué consiste esa falta de respeto.

Antes de escribir sobre este tema he acudido a la Real Academia de la Lengua para ver cuál es la definición exacta de respeto. Siempre que he realizado este ejercicio me he encontrado con que las definiciones no siempre son claras de entrada pues llevan a otros conceptos que hay que analizar a su vez. Resumiendo, según la RAE, respeto o respetar puede significar desde veneración y acatamiento hasta miramiento, deferencia y consideración.

Yo aprecio una diferencia muy sustanciosa entre unas y otras acepciones. La primera hace referencia a una obediencia prácticamente ciega falta de reflexión. Este sería el respeto que tradicionalmente se nos ha inculcado que “debemos” tener hacia nuestros padres: sean como sean y nos hagan lo que nos hagan. No estoy en absoluto de acuerdo con este “tipo” de respeto. No puedo venerar o acatar algo con lo que no estoy de acuerdo. Sea lo que sea.

Me gusta más la otra acepción que incluye la acción de considerar. Según el diccionario considerar es:
1. Pensar, meditar, reflexionar algo con atención y cuidado.
2. Tratar a alguien con urbanidad o respeto.
3. Juzgar, estimar. 

Esta acepción incluye el verbo juzgar, algo que curiosamente suele considerarse una falta de respeto. El matiz está en que al considerar algo lo hagamos tras reflexionar en ello, no a la ligera, y sepamos exponer nuestras conclusiones con cuidado para no herir a nadie.

Para mi respetar es no sobrepasar los límites de la libertad de la otra persona, no imponer una manera de pensar y actuar. Pero respetar no implica callar y otorgar, el respeto es un camino de doble dirección en el que cabe la libertad de expresión siempre que no se trate de obligar a nada ni se inflija daño conscientemente y adrede a la otra persona con nuestros comentarios. Se trata de ser responsable y coherente a la hora de relacionarte con los demás, sin caer en la manipulación.

El problema en la lactancia es que aunque la sociedad trate de restarle valor, considerándola únicamente una manera de alimentar al bebé, es mucho más que eso. Aunque no demos pecho, aunque no seamos conscientes de ello, la lactancia nos importa a todas, porque la lactancia es importante y lo sabemos. No lo sabemos porque lo digan las autoridades sanitarias, ni porque insistan en ello los grupos de apoyo a la lactancia, lo sentimos en nuestro interior. Por eso este es un tema tan delicado. Por eso las mujeres nos sentimos atacadas aunque no se nos ataque, malinterpretando lo que se nos dice.

Personalmente no creo haber faltado nunca al respeto a una madre por optar por dar el biberón en lugar del pecho. Nunca he calificado ni descalificado a nadie por sus decisiones. Pero al igual que esas mujeres tienen derecho a elegir yo también tengo derecho a expresar mi opinión y decir que no comparto esa elección porque no la considero la más adecuada. Eso no es faltar al respeto a nadie.

Hace tiempo escribí una entrada en el blog de El Parto es Nuestro, llamada “Presionadas para amamantar”. A día de hoy sigo pensando lo mismo que escribí entonces. No dudo que las mujeres que dan biberón se enfrenten a comentarios desagradables sobre su forma de alimentar a su bebé. Por desgracia todas las madres somos blanco de ese tipo de comentarios, hagamos lo que qué hagamos. Pero creo que la presión que soportamos quienes damos el pecho es infinitamente mayor que la que pueden sentir las otras madres. No se ven casos de mujeres que hayan sido echadas de restaurantes, tiendas o museos por dar un biberón a sus hijos en público. El biberón se acepta mejor que la teta, eso es indudable.

Yo he vivido las dos experiencias y recuerdo un par de comentarios que me hicieron sentir muy mal en el primer caso en el que no di pecho. Fueron comentarios desafortunados de personas que no me conocían, que no sabían lo mal que lo había pasado y lo que me había costado tomar la decisión de dejar el pecho. Pero ahí quedó todo. Luego empecé a frecuentar ambientes donde abundaban madres amamantadoras y jamás, jamás, esas madres me hicieron sentir mal por no ser “una de ellas”.

Sin embargo durante los cuatro años y medio que he dado el pecho sí que he sentido muchas veces como me han mirado los demás como si fuéramos unos bichos raros, y no me han dicho demasiadas cosas porque me han visto fuerte y segura de mi misma, capaz de responderles con firmeza, lo que no quita que hayan pensado mil barbaridades que no han verbalizado. Mi suegro siempre que nos veía me preguntaba si el niño seguía tomando teta, con la esperanza de que ya no fuera así. Hasta que no le dije que se había acabado no respiró tranquilo…

Yo, desde este blog voy a seguir cantando las excelencias de la lactancia materna, porque creo que objetivamente es lo mejor,- así lo refrendan las recomendaciones de las autoridades sanitarias -, porque la he vivido y he disfrutado mucho con ella y me parece una pena que las madres y los bebés se pierdan esta experiencia. Mi intención no es hacer sentir mal a nadie por elegir otra cosa, es contribuir a que se sepa en qué consiste de verdad la lactancia materna y ayudar en la medida de mis posibilidades a que quienes deseen amamantar lo logren.

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