lunes, 9 de noviembre de 2015

PASEAR O PASTOREAR

A la salida del colegio, mis hijos y yo volvemos juntos a casa. Se trata de un paseo de unos 20 o 25 minutos, dependiendo del ritmo al que caminemos. Cruzamos varias calles e intersecciones, algunas de ellas peligrosas. Durante el camino y en otras ocasiones en que vamos juntos a caminar, no puedo evitar pensar que, en lugar de pasear me dedico a pastorear ovejas

¿Por qué digo esto?
  • Porque ninguno de ellos me da la mano. El pequeño nunca ha querido dármela. Se siente un “espíritu libre”. 
  • Nunca van caminando juntos ni a la misma altura que yo, por lo que tengo que estar mirando hacia adelante y hacia atrás para que no se me quede ninguno descolgado.
  • El pequeño vive en su propio mundo. No mira por donde va, ni siquiera cuando tiene que cruzar. Va saltando como una cabra montesa, subiéndose a todo lo que puede subirse, cambiando de dirección y de ritmo constantemente, por lo que me paso el rato pendiente de que no le pille un coche o se descalabre.
  • También se dedica a pasar la mano por todo lo que pilla. Le llamo cariñosamente: “mi pequeño basurero”. No quiero imaginar la cantidad de bacterias que puede llegar a atesorar en sus pequeñas manos. Seguro que alberga la mayor biodiversidad conocida en la tierra. Ahí me tenéis de nuevo, persiguiéndole para que se ensucie lo menos posible.
  • Por último y no menos importante: las cacas de perro. Yo no tengo perro, nunca lo he tenido y sé que no todos los dueños de perros son unos irresponsables, pero cuando me encuentro con las deposiciones a lo largo del camino, no puedo evitar echar pestes por la boca sobre la gentuza que no las recoge. Así que no sólo tengo que tener cuidado con los automóviles, si no que tengo que ir avisando a mis hijos para que no pisen las cacas. Los pobres van sorteándolas como si fuesen los protagonistas de un videojuego ¡Porque hay un montón!

Por todo esto tengo complejo de pastora. Sólo me hace falta la vara para azuzarles y el perro pastor. Prometo eso sí, que si llego a agenciarme uno, recogeré sus “regalitos” como una buena ciudadana.



¿Te resulta agradable desplazarte con tus hijos?

¿O te estresas porque se mueven como electrones a tu alrededor y te preocupas por su seguridad?

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