viernes, 4 de octubre de 2013

SI NO PUEDES VENCERLOS… ÚNETE A ELLOS.

Odio los Pokemons, los Invizimals, los Gormiti, y la madre que los parió a todos. Pero a mis hijos les fascinan, y se pasarían hablando de ellos, de sus poderes y sus evoluciones, toda la vida. Más el mayor, que el pequeño, quien en más de una ocasión, ha mandado callar a su hermano de un grito. A mi no me suscitan el más mínimo interés, pero ellos se empeñan en contarme, con pelos y señales, qué cartas tienen, cuáles le faltan, qué bichos son los más poderosos, o cuáles tienen más vidas. En algún momento, he llegado a temer desmayarme, o perder la cordura tras escuchar, más de media hora seguida , y sin pausa alguna entre medias para tomar aire, el discurso de las vicisitudes de tal o cual colección.

Ahora recuerdo, como mi hermana mediana, nos daba antaño, a todos el coñazo, con los Power Rangers. O como lo daba yo misma, con Michael Jackson. Supongo, que a todos nos ha pasado en algún momento lo mismo. Nos obsesionamos con algo y damos la tabarra con ello hasta la saciedad. Se me ocurre, sin tener que ir muy lejos en el tiempo, el tema “parto”, por ejemplo. Aunque creo que, de pequeña, yo nunca he sido tan pesada con nada, fundamentalmente, porque a mi no me hacían caso ninguno, y no tenía a quien “agobiar” con mis aficiones o intereses.

Total, que como he visto, que no tenía escapatoria ninguna, porque aunque yo no quiera comprarles los cromos o cartas de las colecciones, sus abuelos se empeñan, en darles pasta cada vez que los ven, para que se lo gasten en ello, al final he decidido, prestar atención cuando me sueltan sus peroratas, y he terminado, enterándome de cómo funciona la cosa. Sigue sin gustarme un pimiento, pero ahora, por lo menos, sé de qué me hablan, y puedo interactuar con ellos, preguntándoles cosas, y haciendo como que me interesa lo que me dicen. Porque soy su madre, les quiero y me preocupo por ellos y sus cosas, pero no soy capaz, por mucho que me empeñe, de vibrar como ellos con esas cosas.

Está bien, ver la emoción con la que abren los sobres. Es interesante, verles como negocian los cambios y como, hasta en esto, ambos son muy diferentes. El mayor trata de timar al pequeño, no para de dar la vara, hasta que consigue la pieza objeto de sus deseos y se pirra por las últimas evoluciones, los bichos más fuertes, y a mi entender, más feos de todos. El pequeño acaba de regalarle sus “repes”, a un compañero de clase, según él, porque "tenía un taco muy pequeño", ante la estupefacción de Ángel, que no entiende porque no los cambia para conseguir los que le faltan. A Jesús le molan las primeras evoluciones, los “cachorros”, que son más “débiles”, pero más monos. 


Seguro que no soy la única madre, que está en esta situación. Estaría bien crear un “Club de Damnificadas por las Colecciones de Cromos”, ¿verdad?

2 comentarios:

  1. Jaja, pues no sé que es peor, los gormitis y pokemón, Claudia ya los superó, pero ahora llegó a "One conection" y Violeta...
    Y para colmo me dice que la madre de una niña de su clase le dice a su hija que Violeta es una p... mierda, pero le ha comprado entradas para ir al concierto :(
    Arggg

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  2. Soy Yrene, pero no sé cambiar el nombre.

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