Las
mamás que damos el pecho podemos agobiarnos pensando de que manera vamos a
darle los cereales al niño, porque la única opción que se nos muestra es
comprarlos en la farmacia para mezclarlos con leche. Quienes dan biberón parece
que lo tienen más fácil, solo tienen que añadir a la leche artificial los
preparados que se venden en farmacias,- algunos vienen incluso ya mezclados -,
y dárselo con cuchara o en el biberón poniéndole una tetina con un agujero más
grande para que pueda salir el líquido ahora más espeso. Sin embargo la leche
materna parece menos densa, la incorporación del cereal no queda igual y a
veces al niño no le gusta y la rechaza. Aparte a algunas mujeres puede no
apetecernos sacarnos la leche para esto. ¿Entonces
qué hacemos?
Lo
primero que tenemos que hacer es saber
que son los cereales. Cereales son: el trigo,
maíz, arroz, centeno, espelta, cebada, avena y mijo. De ellos, al menos en
mi casa, sólo consumimos de manera habitual: el trigo en el pan, la pasta y las
galletas, el arroz, y de vez en cuando maíz en ensalada o en tortitas y nachos.
Del resto no puedo hablar mucho pero seguro que pueden encontrarse recetas por
ahí ricas y saludables para poder consumirlos. Los que tienen gluten son el trigo,
la cebada, el centeno y la avena.
Como
dice Eva Hache: “los adultos no comemos “8 cereales con miel” todos juntos”, ni es
necesario que lo hagan los bebés. Tampoco es obligatorio comerlos triturados en
papilla. Existen otras opciones más naturales y económicas que los cereales
preparados. Así fue como me las apañe con mi segundo hijo para prescindir
efectivamente de esos cereales.
En
primer lugar tengo que admitir que yo no practiqué el “Baby Led Weaning” con ninguno
de mis dos hijos. Con el primero por desconocimiento y con el segundo porque
llevaba sobre mi espalda mi primera experiencia maternal que sin duda me
condicionaba. Con la alimentación de Jesús hice cosas que la mayoría de la
sociedad puede considerar “transgresoras” como darle pecho hasta los 4 años y
medio, sin embargo no renuncié a los purés. Me sentía impelida a dárselos por
dos motivos: la fuerza de la costumbre pues así lo había hecho con su hermano
mayor y porque psicológicamente me hacía quedarme más tranquila, creía que así
comía más cantidad que si le dejaba a él decidir el qué y el cuánto comer
permitiendo que cogiera la comida con sus propias manitas. Sin duda no tenía
confianza en su capacidad de regulación y me sentía más segura si yo
“controlaba” su alimentación. De manera que no llegué a comprar cereales en
polvo, ni a hacer papillas, pero sí que trituraba los cereales que le daba.
Estos
fueron mis trucos para darle cereales:
- Diariamente tomaba para el desayuno galletas María trituradas que metía en un bote como si fuera Cola Cao. Esto era lo que se llevaba a la guardería para desayunar los pocos meses que estuvo yendo allí. Le mezclaban 5 o 6 cucharadas con zumo de naranja y listo. No me sacaba leche ni le daba leche artificial para hacer la papilla.
- Todas las semanas cocinaba dos platos:
- Macarrones con pisto. Macarrones integrales sin huevo y pisto (cebolla, calabacín y tomate). También podían llevar en lugar del pisto salsa bolognesa (algo de carne picada y zanahoria).
- Arroz tres delicias. Arroz, jamón york, guisantes y maíz.
Así
él comía lo mismo que los demás, cubriendo la parte de cereales que su dieta
necesitaba e incluyendo también verduras y proteínas. Como digo a él se lo daba
triturado aunque podría habérselo dado cortado en trocitos pequeños o aplastado
con el tenedor.
Jesús zampándose un churro con chocolate con un año |
De
manera que si diseñamos para nosotros
los adultos, una dieta variada y sana en la que tengan cabida de manera regular
los cereales y se los ofrecemos al bebé, éste puede tomarlos sin tener que
comprarlos en la farmacia.
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