martes, 17 de febrero de 2015

DOULA DE CORAZÓN

Leer el informe del Consejo General de Enfermería sobre doulas me ha causado una mezcla de estupor, tristeza y cansancio, porque siento que no avanzamos, que no hay manera de dejar atrás una forma de atención a la salud de la mujer basada en el paternalismo y en la apropiación de nuestro cuerpo y nuestras decisiones. El informe hace apología de una atención a la mujer sin contar con la mujer, con lo que ella necesita o desea. Ejemplo de este tratamiento condescendiente e infantilizador es el que se “preocupen” por el derecho de los padres a estar presentes durante el parto, ignorando los deseos de la mujer que es la que pare, que puede no tener pareja o no querer que ésta le acompañe por el motivo que sea. Este informe ignora deliberadamente los estudios que inciden en la importancia de un buen acompañamiento en el parto, y aquellos que específicamente señalan la presencia de las doulas como un factor muy positivo en el mismo, y sobre todo ignora que la usuaria tiene derecho a elegir a su acompañante sea quien sea, y que nadie mas que ella puede conceder o denegar el acceso a la sala a esos acompañantes.

Los comentarios en las redes sociales no se han hecho esperar, y reflejan la indignación ante ese documento, no sólo de las directamente afectadas, las doulas, si no también de muchas mujeres, madres y usuarias del sistema sanitario que, habiendo o no utilizado en algún momento los servicios de una doula, se preguntan:

¿Es que no hay forma de hacerle entender al mundo que las mujeres no somos seres inferiores y que tenemos la capacidad de informarnos, decidir, equivocarnos y hacer lo que nos plazca sin tener que dar explicaciones a nadie?

Lo peor de todo es que siguen tratándonos a las mujeres como “tontitas” que no sabemos donde nos metemos con las doulas, coartando de nuevo nuestra libertad para elegir con quien parir. Como mujer adulta con criterio propio me parece indignante que infravaloren mi criterio.

A estas alturas no debería ser necesario que repitiéramos que tenemos derecho a vivir nuestro parto como queramos y con quien queramos, porque es nuestro parto, nuestro bebé, nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestro tiempo y nuestro dinero.

Este informe busca supuestamente tres cosas:

  • Denunciar el fraude económico de esta actividad supuestamente realizada al margen de la ley y del sistema fiscal y tributario.
  • Alertar del supuesto peligro para la salud de madres y bebés en la contratación de doulas, que no están supuestamente formadas de manera adecuada para efectuar su labor.
  • Denunciar el intrusismo de las doulas en la labor supuestamente realizada por las matronas.
Y no me he equivocado al escribir tantos "supuestamente"; lo he hecho adrede, porque el informe no demuestra nada. Está muy mal hecho, falto de metodología, de referencias a estudios científicos, estadísticas, encuestas o entrevistas a las protagonistas o personas afectadas o relacionadas con el mundo de las doulas. Basta ver la bibliografía para comprobar que el esfuerzo realizado para su elaboración ha sido escaso. Dudo mucho que el responsable de prensa del Consejo haya visitado una por una todas esas web y aunque lo hubiera hecho, el resultado de sus “investigaciones” no es más que un panfleto partidista y sin contrastar, mezcla de ignorancia y mala intención que trata de desprestigiar a un colectivo, que les inspira miedo porque están haciendo un trabajo, que no dudo que en algunos aspectos pueda ser de su competencia pero que en términos generales las matronas no hacen o hacen mal.

Es cierto que se trata de una profesión que no está regulada, como supongo que han estado todas las profesiones hasta que llegó el día en que se regularon. Pero existe porque hay demanda, y hay demanda porque las mujeres no encuentran en otros ámbitos aquello que les ofrecen las doulas, esto es: apoyo. Así que, aunque haya quien las quiera borrar de la faz de la tierra, confío en que las doulas persistirán y la regulación llegará, a pesar de ejercicios tendenciosos como el desarrollado por este organismo.

Me parece de una soberbia tremenda el decir que cualquier práctica, asistencia o acto que lleve a cabo una doula a una mujer embarazada o a su hijo se realiza siempre sin los conocimientos, aptitudes ni competencias necesarias. Que la formación de las doulas no esté oficialmente reconocida no significa que no sea adecuada, igual que el hecho de que la formación de las matronas si esté oficialmente reconocida no garantiza que sea buena. Universidad y residencias hospitalarias forman a día de hoy de manera pobre e incompleta a miles de matronas que no están suficientemente preparadas para atender partos normales. Este hecho lo sufrimos en nuestras carnes miles de mujeres que pasamos por las manos de esas matronas durante nuestros embarazos, partos y puerperios. Las matronas deberían mirar hacía dentro, reflexionar sobre su propia formación y las carencias de la misma, antes de criticar a las de otros colectivos.

Me ha chirriado enormemente la frase que dice que “único mérito para trabajar como doula, es ser madres o abuelas de unos o varios hijos”. El hecho de desmerecer la maternidad en si, ya dice mucho de la forma de pensar de este colectivo, o más bien de las personas que han confeccionado y firmado este documento, pues me consta que sus palabras no son compartidas ni mucho menos por todas las matronas, ya que muchas no coinciden con sus apreciaciones ni se sienten correctamente representadas con este documento ni con el Consejo en general. Una buena matrona es consciente de la sabiduría de las madres y no las menosprecia. Una madre con un parto mal atendido y traumático sabe mucho, ha aprendido de la manera más dura, a base de golpes, qué es lo que puede ir mal en un parto, qué es lo que no le favoreció, y qué es lo que no quiere volver a repetir. Una madre con un buen parto, un parto libre y respetado, es consciente de lo que puede sanar una experiencia como esa, como nos da poder y nos hace fuertes. Una madre sabe lo que es estar embarazada, parir y todo lo que viene después mucho más que cualquier matrón o cualquier matrona sin hijos. Ser madre es ya de por si una gran escuela para la vida. Si las matronas escucharais de verdad a las mujeres, aprenderíais un montón, sin duda las atenderíais mejor y seríais capaces de brindar el mismo tipo apoyo que ofrecen las doulas.

Me gustaría destacar que el seguro de Responsabilidad Civil que según el informe las doulas no tienen ni pueden tener no sirve sólo para amparar a las mujeres para las que trabajan frente a “posibles siniestros” como dice el documento, si no que sirve sobre todo para proteger a los propios sanitarios de las consecuencias de sus errores y mala praxis. Dicho seguro no es contratado en un acto de buena voluntad, pensando en el bien supremo del paciente, si no para cubrirse ellos las espaldas por si se equivocan. La forma y el tono usado para decir las cosas puede cambiar totalmente su significado y este es un claro ejemplo de que con este informe a pesar de lo que pueda parecer o nos pretendan hacer creer, las matronas no tratan de defender los derechos de las usuarias si no su parcela de poder que ven peligrar por la existencia de las doulas.

En esto que considero una pataleta fuera de lugar, el siguiente paso sería intentar prohibir a las abuelas acompañar a sus hijas en el parto y que se metan en “asuntos sanitarios” con sus consejos, pues la figura de la abuela no es legal, no tiene una formación reglada ni supervisada por ninguna autoridad sanitaria y educativa, ni su labor cubierta por un seguro. No creo que se atrevieran a atacar de esta manera al “colectivo abuelas” al igual que lo han hecho con las doulas.

Aquí es cuando empezamos a hablar de dinero, porque claro, a las abuelas no las pagamos, ni con ni sin factura. Una de las partes más extensa del informe es la que habla de la parte económica. Parece que el que haya gente que cobre por esta labor les escuece, pero ocultan su verdadero malestar con el disfraz del “buen contribuyente” que vela por el saneamiento de las arcas del Estado denunciando la economía sumergida. Que pena que el Consejo General de Enfermería no se dedique a perseguir los fraudes en general, sería genial que lograse limpiar de corrupción financiera nuestro país. Mi opinión: no se qué porcentaje de doulas declaran sus ingresos y cuales no, pero me importa un carajo. No es ni será este él único sector que defrauda, ahí tenemos a los fontaneros, albañiles y chapuzas en general que son expertos en la materia. Si una doula me ayuda, me da igual si tiene título o no, si hace factura o no, la pagaré aunque sea en negro porque me ha servido y se lo merece, punto.

Creo que este informe tiene un enorme fallo de partida pues no especifica si se refiere a la atención pública (seguridad social) o privada (pago adicional a los impuestos), si se refiere a partos hospitalarios o domiciliarios. Hacer esta distinción es fundamental porque las circunstancias y los condicionantes no pueden ser mas distintos dependiendo del lugar.

Me hace gracia leer que la doula usurpa a la matrona por ejemplo la “asistencia domiciliaria”. En otros países quizá, pero que yo sepa en España no vienen a visitarte las matronas a casa, ni antes, ni durante ni tras el parto, y dudo mucho que se vayan a poner a ello en breve. Si yo quiero/necesito consejo, ayuda o compañía tras el parto ¿por qué no puedo contratar a alguien que venga a verme a mi casa si puedo permitírmelo? En este sentido las matronas se comportan como el perro del hortelano: ni comen ni dejan comer.

Una matrona me dijo una vez que ella no podía dar las clases de preparación al parto como le gustaría, hablando del parto fisiológico, de la libertad de movimientos, etc... porque lo que luego iban a encontrarse las mujeres en su hospital de referencia era algo totalmente distinto. Una matrona en el sistema público de salud no puede como dice el artículo “ayudar a decidir donde parir”, pues no puede abiertamente decir que su hospital no es recomendable aunque así sea porque puede meterse en un problema. Las matronas del sistema público de salud no “están de guardia desde la semana 38 hasta que se desencadena el parto”, cuando te pones de parto te toca la que te toque, la que esté ese día trabajando, que puede que la conozcas de los controles prenatales o lo más probable es que no sea así. Tampoco “mantiene el contacto telefónico para cualquier consulta tras el parto”. En un mundo ideal todo esto sería cierto pero hoy por hoy las cosas no funcionan así. Es más, me consta que otras muchas de las competencias que dicen serles “usurpadas” por las doulas, no son si no necesidades cubiertas por ellas, ya que a pesar de que “técnicamente” si sería factible que las matronas las llevasen a cabo no suelen hacerlo ( y hablo siempre de la mayoría, no de las contadas y felices excepciones):

  • Las matronas no ofrecen apoyo emocional, ni recursos, ni información objetiva, se limitan la mayoría de las veces a tomarte la tensión, pesarte y echarte la bronca por lo que has engordado. No tienen tiempo ni sensibilidad para ello. Harta estoy de comprobar como embarazadas sanas y felices salen de la consulta tristes y preocupadas por los comentarios desafortunados de matronas sin tacto.
  • No ayudan a elaborar un plan de parto, no saben lo que es o no les parece que sea buena idea elaborarlo (y esto lo digo también por experiencia propia)
  • En la mayoría de los hospitales la única opción para mitigar el dolor es la epidural, las matronas no te ofrecen ninguna alternativa natural, así como tampoco dan opciones para cambiar de postura porque la monitorización continua lo impide. Basta con ver algún capitulo del programa “Baby Boom” donde se ve claramente como las matronas se mofan de las mujeres que expresan su intención de no utilizar la epidural y como insisten en convencerlas para que hagan uso de ella sin ofrecerles ninguna otra alternativa.
  • Muchas matronas y enfermeras en general no tienen formación específica en lactancia y con sus recomendaciones hacen mas mal que bien...
Está claro que si las matronas desempeñasen efectiva y eficazmente todas esas competencias, las doulas no serían necesarias. Me parece una desfachatez enorme que en su lucha por defender su profesión de supuestos ataques externos, enarbolen ese largo listado de funciones como justificación a su denuncia, pues siendo muy generosos puede que solo lo cumplan el 25% de ellas. El resto no lo cumplen porque no saben, no quieren o no pueden. Quizá es hora de empezar a denunciarlas por dejación de funciones. Sin ir mas lejos a mi no me ayudaron a tener un primer parto, seguro y satisfactorio, ni me apoyaron ni me ayudaron en la recuperación psicofísica del parto ni tampoco durante la lactancia.

No hay usurpación posible porque matronas y doulas no son lo mismo, no hacen las mismas cosas. La doula no es un sanitario, no manda pruebas ni las analiza, no receta ni recomienda medicamentos, no toma decisiones por la madre, no la obliga a hacer esto o aquello, no la atiende en el parto, etc. simplemente está ahí para cuando la necesita. Todo el esfuerzo y la rabia contenida en este documento podrían destinarla a defender sus derechos de quienes de verdad usurpan sus funciones: los ginecólogos. Pero no se han equivocado al elegir enemigo, han optado por poner la diana en las doulas porque este es un objetivo mucho más fácil de atacar.

Luego viene la parte sensacionalista que acompaña a todo este despropósito, el mezclar las churras con las merinas a posta para crear polémica y escandalizar con escatología al personal.
En primer lugar dejemos las cosas claras: informar no es aconsejar ni recomendar ni mucho menos obligar, y la labor de la doula es acompañar, sin juzgar ni influir si no simplemente respetando las decisiones de la mujer. De manera que si una mujer quiere hacer el pino mientras da a luz, será porque así lo ha elegido ella no porque la doula le haya obligado. Como mucho la doula vigilará que no se caiga y la sujetará mientras tanto. Es imposible obligar a nadie a comerse su propia placenta, esta es una decisión personal y no muy extendida. La mayoría de los partos en este país son hospitalarios, por lo que es de suponer que la mayoría de los partos en los que intervienen las doulas son de este tipo, y de todos es sabido que en el hospital disponen de nuestra placenta, y aunque quisiéramos no podríamos comérnosla. La única opción para poder ingerirla pasa por dar a luz en casa, y no todas las mujeres que paren en su domicilio se comen su placenta, por lo que de ocurrir no ocurre muy a menudo y como dice mi marido, “comerse la placenta es como comerse las uñas o los mocos, cuestión de gustos, no canibalismo”.

Es muy ruin tratar de irresponsables a unas (doulas) y de estúpidas ignorantes a otras (madres)y más ruin aún es negar la existencia de la Violencia Obstétrica e insinuar que es un invento de este colectivo, cuando uno de los responsables de la misma son las mismas matronas por acción u omisión.

Por último quiero resaltar que la relación de “riesgos” que implicaría según este informe hacer uso de los servicios de las doulas es un despropósito de marca mayor. Todos parten del hecho incierto de que las doulas se comportan como sanitarios, tomando decisiones y efectuando acciones que corresponden a matronas y ginecólogos. Esto no ocurre de forma generalizada y hacer creer eso es faltar a la realidad. La única actitud constructiva a este respecto consistiría en dar a conocer quienes han obrado así para que todas las mujeres lo sepamos y no recurramos más a ellos. En términos generales quienes contratan doulas, saben lo que hacen y terminan contentos con el servicio que les han prestado. Como comentaba un padre en internet: “Nuestra doula si que es una caníbal. Se comió todo el miedo de mi mujer y le permitió tener el parto con el que soñaba.”

Por cierto, no soy doula, no trabajo dando clases ni cursos relacionados con este tema y nunca he contratado ninguna. Soy doula de corazón y las apoyo a todas ante este ataque injusto que han sufrido.

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