Os presentamos a Poly. Un gato
negro, como el de la canción de Enrique y Ana. Una pequeña panterita como los
llaman, que según los entendidos son, de entre todos los gatos, los más cariñosos. Vivía en nuestra urbanización
y estaba acostumbrado a los humanos porque los niños iban a visitarlo y le daban comida. Yo no soy muy animalera, pero cuando lo vi me
enamoré. Era muy cariñoso, nos seguía a casa y respondía cuando le llamábamos,
así que le adoptamos. Lleva ya más de un mes con nosotros y aquí estamos
haciéndonos los unos a los otros.
A mí todavía me da algo de
repelús cuando aparece de repente y le dan voluntos y empieza a correr como un
loco de un lado para otro. Sus uñas me inspiran respeto y no tiento a la suerte
jugando con él cuando se le ve con intención de sacarlas. De momento no me ha
arañado, aunque a Ángel sí, pero fue sin querer. Es un bendito, porque los
niños juegan con él y él los aguanta con gran paciencia. Lo suelen tratar con
bastante respeto y cuidado por lo general pero son muy pesados, le manejan como
si fuera un juguete, el mejor de todos los que han tenido hasta el momento. Se
lo pasan bomba con él y le tienen mucho cariño.
Ahora mismo lo tengo encima de
mí, ¡no me deja escribir! Aún es un cachorro porque todavía no tiene un año y es prácticamente como un niño. En la próxima entrada
os contaré las similitudes que he encontrado entre su comportamiento y el de
los cachorros humanos.
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