El mes pasado andaba yo por Santander de vacaciones, bastante desconectada, por lo que me perdí la “polémica” del beso de Victoria Beckham a su hija en la boca.
Solo se me ocurre decir: ¿en serio? ¿De verdad hay alguien que se asombra, espanta, indigna o asusta porque una madre le dé un beso a su hijo en la boca?
Nunca pensé que llegaría a decir esto, pero ahí va:
"¡Yo también soy Victoria Beckham!”
No tengo su tipin, ni su marido, ni sus millones, pero me solidarizo con ella porque yo también beso a mis hijos en la boca. ¡ANATEMA! Como diría el gran Gran Wyoming.
En honor a la verdad, he de decir, que en realidad no les beso a los dos, solo al pequeño que es el que se deja, pues el mayor siempre ha sido muy escrupuloso, no solo con los besos, si no con todo.
De nuevo en honor a la verdad, he de decir, que a veces no soy yo la que besa, si no que soy yo la besada. ¡ANATEMA AGAIN!
Y no veáis como disfruto. ¡Me encanta!
Muero de amor cada vez que mi niño pasa por mi lado y me da o me pide un beso.
Muero de amor cuando se acerca a mi aposta solo para que nos besemos.
Esos besos son un acto de amor y complicidad entre ambos que no cambio por nada.
Demuestran que tenemos mucha confianza, que nos une un bonito e íntimo vínculo.
Somos dos personas que nos queremos. Dos personas sanas sin enfermedades infecciosas que nos podamos contagiar. Sus babas no me dan asco, y al parecer a él tampoco le dan asco las mías. ¿Dónde está el problema?
También nos damos besos “normales” en la mejilla, en la frente, en la nariz, en el cuello… ¿o es que en el cuello tampoco se puede? Como decían en Los Serrano, hay muchos por ahí que tienen la mirada muy sucia.
Y ¿sabéis qué? que besa genial. Da unos besos la mar de sabrosos. Sin duda sus novias serán muy afortunadas de poder recibirlos.
Sé que llegará un día en que ya no le apetezca darme este tipo de besos y los echaré mucho de menos porque me hacen sentirme especial y muy querida.
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