lunes, 27 de septiembre de 2010

EL VALOR DE LA EMPATÍA Y EL RESPETO

Leo una carta de un lector de un periódico en la que le “echa la culpa” de la falta de esfuerzo de los adolescentes a los padres “superprotectores” (creo que lo que quería decir es “sobreprotectores”…)
que “se doblegan ante las peticiones de sus hijos”.Y pone como ejemplo: que ellos marcan los horarios, las comidas… para terminar obligando a los abuelos a llevarles la mochila, a sus madres a cocinar, etc.
Según él, los niños siempre se salen con la suya (en esa guerra permanente, que parece obligado entablar siempre entre las distintas “facciones” de la familia, es decir entre adultos e infantes).
Termina diciendo que dichos jóvenes tendrán muchos problemas para “enfrentarse a la frustración del fracaso antes nunca vivido”.
Creo que este lector se equivocó al elegir el ejemplo de la comida y los horarios, pues aquí no radica la causa de los problemas que plantea, si no más bien la solución.
En contra de lo que opina este señor y mucha otra gente, creo firmemente en la lactancia “a demanda” como base para forjar un carácter fuerte y seguro.
Un bebé no tiene más control sobre su entorno, que el que se deriva de su capacidad para reclamar comida y presencia a través del llanto. Si ese llanto obtiene respuesta, se sentirá seguro y satisfecho.
Obligar a un niño que no se puede defender, que no puede escapar, a comer o a no hacerlo, o a cualquier otra cosa es un abuso, que mina su autoestima y le dará a entender que “él no importa” y que es lícito imponer su voluntad a los demás, aunque cause sufrimiento con ello.

El ser humano posee algo maravilloso que se llama capacidad de autorregulación.
Pero si no se desarrolla, dicha capacidad se pierde.
Un niño debería poder dormir cuando tenga sueño y comer cuando tenga hambre.
Estas son necesidades fisiológicas propias de cada individuo, en las que no deberían intervenir ni la educación ni la cultura.
Sometiendo a los niños a una “disciplina prusiana”, no se consigue formar personas sino crear muñecos, robots sin criterio, fáciles de manipular.
Imponerle a la fuerza qué, cuánto y cuándo ha de comer, no permite al niño aprender a reconocer sus necesidades y por tanto a satisfacerlas.
Así de mayor, sus prioridades no serán las suyas, sino las de alguien cercano y “poderoso” que sea capaz de influir en él.
Y tomará drogas porque un amigo le invita y no es capaz de decir que no.
Y estudiará medicina porque su padre médico así lo quiere, aunque en realidad lo que le gusta es la enseñanza.
Y se casará por la iglesia, sin ser creyente, para no disgustar a su madre.
Y tendrá hijos, porque es lo que toca, lo que espera todo el mundo que haga, aunque a él no le guste demasiado la idea de convertirse en padre…
En definitiva será infeliz, alejado de si mismo por intentar complacer a los demás.

Es mucho más fácil y cómodo vivir con alguien que hace siempre lo que le pedimos sin quejarse.
¿Pero donde queda la dignidad de esa persona, sea adulto o niño?
¿Acaso no tenemos todos, niños incluidos, derecho a tener nuestros propios intereses o deseos?
Si obligamos a tragar la comida a nuestros hijos, en un futuro “otros” pueden obligarlos a “tragar” con otras cosas: drogas, malos tratos, matrimonios infelices, trabajos con condiciones abusivas, etc.

Para tener hijos empáticos, entusiastas de la vida y colaboradores, basta con predicar con el ejemplo.
Si somos capaces de crear un vínculo fuerte y amoroso con ellos desde el primer día, basado en el respeto a su individualidad, los niños harán por imitación todo lo que vean hacer a sus padres, y de forma natural se integrarán en la familia y harán suyas sus normas y costumbres.
No hay que olvidar que somos seres sociales pero nuestro bien más preciado es la libertad.
Uno recoge lo que siembra y si nosotros desatendemos sus peticiones de alimento, calor, compañía, juego y consuelo cuando son pequeños y dependientes, lo lógico es que de mayores, ellos ignoren nuestros reclamos, o quizá sigan insistiendo en que les demos aquello que siguen echando en falta a pesar de haber crecido.

viernes, 24 de septiembre de 2010

"HACEMOS EL AMOR"


Dos personas que se quieren, que les gusta estar juntas, que se necesitan la una a la otra. Se abrazan, se acarician, se miran con dulzura, se sonríen. Intercambian fluidos y disfrutan haciéndolo… ¿Una pareja haciendo el amor?
No, una madre amamantando a su hij@.
Y es que con esta descripción se demuestra que la lactancia es parte de la sexualidad humana, una de las fases de la reproducción, el eslabón perdido que por suerte parece que poco a poco estamos recuperando.
Y en esta sociedad hipócrita en la que la industria del sexo mueve cantidades ingentes de dinero, y el cuerpo femenino se muestra sin pudor en cualquier ámbito, dar de mamar en un banco de un parque o en un restaurante es algo escandaloso, hasta el punto de que en EE.UU. detienen cada año a cerca de 12 mil mujeres por amamantar en público.
Sin comentarios.
La gente se incomoda e incluso se indigna cuando ve a un bebé mamando en la calle, porque con su “mirada sucia”, como decían en “Los Serrano” no ven un acto de amor y nutrición sino pornografía. Pero ese es su problema no el nuestro.
Como dice esa magnífica iniciativa: EL MUNDO ES MI SALA DE LACTANCIA.
Y al que no le guste que no mire.

domingo, 19 de septiembre de 2010

ENCUENTROS FURTIVOS


No soy capaz de encontrar en youtube un anuncio antiguo de Ikea en el que, una mujer desesperada, preguntaba a una dependienta por algo que le entretuviese un rato a los niños, y le proporcionase unos momentos de tranquilidad para poder charlar de cualquier cosa con su marido. ¿Sabéis al que me refiero?
El pediatra Carlos González decía hace poco en una entrevista lo siguiente:
“Cuando te casas todos están de acuerdo en que tu vida de soltero se acabó, no sé por qué nadie te dice, cuando tienes un hijo, que hay que hacer una despedida de pareja en el último mes de embarazo.”
Esta es una verdad como un templo, pues con los niños se acaba la vida en pareja, por lo menos tal y como era hasta ese momento. Y no es sólo porque se salga menos (o nada) o que para hacerlo se necesite una planificación mayor que la que hizo posible el Desembarco de Normandía.
Las citas románticas son lo de menos.
La cuestión es que se vuelve prácticamente imposible estar un rato a solas y poder simplemente hablar de nuestras cosas.
Por eso ahora, me encanta ir en coche a los sitios. Nosotros en los asientos delanteros, ellos en los traseros y de banda sonora “Lady Gaga” por petición popular. En esas circunstancias es cuando mi marido y yo podemos charlar largo y tendido del estado de la crisis, de las anécdotas de su trabajo o de las últimas noticias que nos llegan de nuestros amigos. Y esos momentos son reconfortantes y necesarios, pues nos recuerdan que a parte de padres, también somos personas, con nuestras ideas y aficiones que compartir con otros adultos.
Y no somos los únicos que, tras dormir a nuestros vástagos, quedamos como amantes furtivos en el salón de nuestro hogar, y silenciosamente, atenazados por el miedo a despertarles, aprovechamos para ver en la televisión alguna película o serie.
Cualquier cosa menos otro capítulo de Bob Esponja…
Hace poco Manel Fontdevila, el dibujante de El Jueves hablaba de esto en su tira de“La Parejita”.
¡Es que esos dibujos son como la vida misma!
El título de su última recopilación de historietas resume a la perfección como nos sentimos a veces…
Menos mal que nos lo tomamos con sentido del humor. ; )

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿POR QUÉ "DE PROFESIÓN MAMI"?


Nunca se qué poner cuando me preguntan en algún cuestionario mi profesión.
He pasado diez años trabajando en el departamento de administración de un pequeño estudio gráfico y en mi contrato figuraba la categoría de Administrativa, pero yo nunca me he sentido como tal. Soy Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y quedaría raro poner que soy “Administradora y Directora de Empresas”, además de que nunca hay tantas casillas como para que quepa tal “título nobiliario”.
En diciembre de 2008 nació Jesús, y tras la baja maternal solicité una excedencia, que en principio iba a durar hasta que el niño tuviera 9 meses, pero por diversos motivos (falta de trabajo y que Jesús no terminaba de acostumbrarse a la guardería) se alargó hasta junio de este año, en que, como a otros muchos españolitos, me pusieron de patitas en la calle porque la empresa iba a desaparecer.
Total, que estoy en paro por primera vez desde que me licencié, pero no he dejado de trabajar. Trabajo criando a un bebé, que por cierto está mil veces más a gusto conmigo que yendo a la guardería. Y estoy en casa, si. Pero mi casa dista mucho de estar como “los chorros del oro”, porque me paso el día, dando teta, paseando y jugando en casa o en el parque. Los frutos de mi trabajo no son monetarios. Nadie me paga por hacer lo que estoy haciendo. No tengo horario, ni un jefe, pero aún así hay días que resultan muy estresantes. Tengo una gran responsabilidad entre mis manos, que es acompañar a un pequeño ser humano en su desarrollo, cuidarlo e intentar que tenga una existencia feliz. Los resultados de mi labor no se ven inmediatamente y habrá quién piense que lo que yo estoy haciendo no tiene mérito, que puede hacerlo cualquiera, probablemente mucho mejor que yo. Quizá sea cierto, pero por muchos errores que cometa, sé que mis hijos me los perdonarán porque soy su mamá y madre no hay más que una…
La maternidad está muy desprestigiada. Parece que si no trabajas fuera, no estás haciendo nada. Quedarse en casa parece sinónimo de comodidad, vaguería, dependencia y falta de inquietudes o ambición. Nada más lejos de la realidad.
Es ahora que soy madre, cuando me siento más segura de mi misma y de mis capacidades, cuando estoy desarrollando más plenamente mis aptitudes y mi capacidad creativa (¡sí, yo tenía de eso!), cuando más me preocupo por lo que pasa a mi alrededor. Y precisamente por eso voy a dedicar un tiempo a cuidar en exclusiva de mis hijos, porque considero que es mi responsabilidad y mi mejor aportación para hacer de éste, un mundo mejor. Porque hay muchas personas que pueden registrar y contabilizar facturas, o pagar a proveedores, pero para estar con mis hijos la más adecuada, soy yo.
Dijo Zapatero hace unos días algo así como que, los que hacen cursos de formación, no están parados. Yo añadiría que las mamás que estamos cuidando de nuestros hijos tampoco lo estamos. Y por desgracia, hay muchas que no cobran ningún subsidio por hacerlo.
Efectivamente, mi profesión actual es MAMI, con mayúsculas, y estoy orgullosa de ello.
A todas las mamás que se agobian en casa con sus bebés porque tienen la sensación de no estar haciendo nada, y que añoran la oficina porque allí se sentían más útiles y valoradas. Y a todos los que cuestionan la actividad de las mamás a tiempo completo, les recomiendo este libro: “Lo que hacen las madres”.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¡ADIÓS, VERANO ADIÓS!

Estoy casi de luto por el verano que se va. Siento un pequeño nudo en el estómago por la estación que se acaba. Me gusta el sol y el agua. Ir a la piscina, nadar, llevar ropa cómoda y holgar. Parece mentira, pero ya han pasado esos tres meses que miraba yo con tanto recelo y cierta ansiedad. ¿Qué iba a hacer yo tanto tiempo sola con los dos niños? He de reconocer que en realidad no han sido tres meses sino dos, porque mi marido también ha tenido vacaciones. Pero pese a su inestimable colaboración, han sido unos meses bastante duros por momentos, con los niños peleándose cada dos por tres, llorando y haciendo mil y una cosas prohibidas y/o peligrosas que me hacían enfadar.
Pero hoy ya puedo decir bien alto: ¡PRUEBA CONSEGUIDA!
Aquí estamos todos sanos y salvos y creo que hemos conseguido pasárnoslo bien.
Hemos viajado, nos hemos bañado en el mar, hemos visto animalitos, hemos jugado y compartido nuestro tiempo con buenos amigos.
Los niños son muy pequeños y seguro que olvidarán la mayor parte de las cosas. Sólo espero que les quede una sensación agradable del tiempo que hemos estado juntos.
Porque hemos vivido por y para ellos, como lo hacemos siempre, y aunque me gustaría tener más paciencia, e imaginación para hacerles la vida más entretenida, creo que me las he apañado bastante bien.
Ahora toca volver a la rutina. Volverá el frío, los abrigos y los resfriados. Vuelven los madrugones y las obligaciones. Y sobre todo vuelve el cole, con su feo uniforme y las aburridas fichas. Hoy ha sido el primer día de Ángel. No ha entrado dando palmas con las orejas pero tampoco ha montado ningún drama. Ya os contaré que tal se va aclimatando.

jueves, 9 de septiembre de 2010

MATERNIDAD Y MENTIRAS


La sociedad occidental actual no es muy amiga de la maternidad y por consiguiente tampoco lo es de los niños. Esto es así porque desprecia el instinto y todo lo que suena a natural y trata de sustituirlo por normas, reglas y costumbres que van conformando una cultura de la reproducción y la crianza muy alejadas de nuestra verdad de animales mamíferos.
Esta impostura falsa, estandarizada y mecánica no hace sino provocar sufrimiento e infelicidad a las familias, que viven estos momentos tratando de responder a unas expectativas sociales que entran en contradicción con sus necesidades y les alejan de sus sentimientos, dejándoles insatisfechos y desencantados muchas veces con la experiencia de la paternidad. 

Este tema daría para escribir un libro, o más bien una enciclopedia de varios tomos; uno para el embarazo, otro para el parto, otro para la lactancia, otro para la crianza en general… pero yo me voy a limitar a enunciar unas cuantas de las múltiples mentiras que circulan por ahí sobre lo que se supone que es lo mejor o más adecuado para nosotras y nuestros bebés.

10 MENTIRAS SOBRE LA MATERNIDAD:
  • No importa programar y adelantar la fecha de nacimiento de nuestro bebé.
  • Da igual que un bebé nazca por cesárea que por vía vaginal.
  • La episiotomía es obligatoria siempre.
  • Con nuestro bebé en el nido podremos descansar.
  • Tu leche no le alimenta suficiente porque es mala.
  • La leche de fórmula es igual de buena que la leche materna.
  • Los niños deben dormir solos en su cuna.
  • Si lo coges se malacostumbra.
  • Es bueno para sus pulmones que llore.
  • La guardería socializa a los bebés.

Supongo que con el tiempo iré desgranando todos estos temas, aunque basta con bucear un poco por Internet para encontrar fácilmente referencias sobre ellos.


Creo que para evitar caer en estos embustes, las futuras mamás deberíamos adoptar una actitud más crítica ante la vida en general y sobre todo ante los que se erigen como portadores de la verdad absoluta. Porque muchos se consideran a si mismos y se presentan como “expertos”: en salud, en educación, en “porque lo digo yo que soy muy listo”… pero nadie sabe mejor lo que más le conviene a nuestra familia que cada una de nosotras mismas.


He elegido las diez mentiras más representativas y que me parece que pueden causar más daño, pero hay muchísimas más. Te invito a añadir las que conozcas a la lista.

lunes, 6 de septiembre de 2010

ÁNGEL SPIDERMAN


“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”… es lo que le dijo el tío Ben a Peter Parker, y es lo que trato de explicarle yo a Ángel, aunque él es muy pequeño para entenderme.
Ángel tiene un enorme poder sobre su hermano. Jesús le imita constantemente, le sigue como un pollito y hace todo lo que le ve hacer a él. El otro día hicimos la prueba, le dije a Ángel que se fuera tocando distintas partes de la cara y comprobamos como Jesús repetía exactamente los mismos gestos que él y nosotros nos partimos de risa.En definitiva quiere ser como él. Debe verle como un súper héroe del que quiere aprender todo, y claro, esto puede llegar a ser peligroso por momentos. El pequeño no tiene la estabilidad y rapidez de reflejos del mayor y yo sufro cuando le veo hacer el kamikaze tras los pasos de su hermano. Ángel siempre fue muy tranquilo y precavido pero últimamente ha experimentado un enorme cambio, está más ágil y seguro de si mismo y se lanza a aventuras que hace dos años serían impensables. Yo trato de explicarle que todo lo que él haga va a hacerlo su hermano, que se lo piense dos veces antes de hacer nada, pero es como pedirle peras a un olmo. No tiene capacidad de anticipar las consecuencias de sus actos en si mismo y mucho menos en los de su alrededor. Además él tiene el derecho a explorar y a experimentar y no podemos estar coartándole constantemente su libertad de acción para proteger a su hermano. Así que, así andamos, en un “ay” continuo, betadine y gasas en ristre por lo que pueda pasar.De momento Jesús tiene ya las rodillas hechas un cuadro de tanta caída y hemos terminado un día en urgencias por un posible esguince que al final quedó en nada.
El tío se tira a la piscina como si fuera a hacer puenting, mete la cabeza en el agua como si estuviera buceando,… no le tiene miedo a nada. Y es que tiene al mejor maestro de todos a su lado… SPIDERMAN!

BONITAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES


Hace pocos días cumplió dos años la segunda hija de una gran amiga y estupenda mujer. La niña se llama Eugenia. Su nombre significa “buen nacimiento” y ciertamente tuvo un nacimiento amable, muy diferente del de su hermana mayor que terminó siendo cesárea, una cesárea evitable y dolorosa como la mayoría de las que se practican en este país. Gracias a Eugenia, su madre disfrutó de una segunda oportunidad para demostrar y demostrarse que ella es capaz de parir y que podía hacerlo divinamente. Y lo hizo. Y el parto fue suyo: de ella y de su hija.
Dos años más tarde, Eugenia juega con mi Jesús, le da de comer (y él se deja…) y le llama “bebé” aunque tan solo es cuatro meses más grande que él. Tienen en común que Jesús también tuvo un nacimiento bonito. Sus madres peleamos por que se nos respetase en nuestras decisiones y tomamos las riendas de nuestra salud. El resultado fue que los cumpleaños de nuestros segundos hijos son una doble celebración: el día de su nacimiento y el día de nuestro parto. Un día para recordar con una sonrisa en los labios y el alma plena de satisfacción.
La foto que ilustra esta entrada es la prueba de que podemos hacerlo. Podemos parir.
¡Felicidades familia!

domingo, 5 de septiembre de 2010

MANIAS CON LA TETA


Empezamos la lactancia cogidos de la mano. Un día se me ocurrió la bendita idea de chuparle un dedito y hacerle cosquillas y le gustó. Me pasé un par de meses con su mano metida en la boca. Parecía estar agarrándose a una de esas arandelas de los autobuses. Y lo hacía tanto de día como de noche, e imaginaos la gracia que me hacía a mí que me metiese su manita en la boca a las tres de la mañana…Luego empezó a pellizcarme el cuello, a darme tortas en la cara…, pero también a guiñarme el ojo y sonreírme desde ahí abajo y por eso se lo perdonaba todo.

Tengo una amiga que me cuenta que si volviese a empezar la lactancia no dejaría a su hija jugar con el otro pezón mientras mamaba, pues una cosa es sacar la teta para darle de comer y otra distinta es sacarse la otra para que la niña juegue. Parece ser que esta es una manía bastante común y tiene una razón de ser: al estimular el otro pecho, el reflejo de eyección es más fuerte y la leche sale más fácilmente. Y es que los niños no son tontos.

Otra me contaba que su hijo le daba masajes, literalmente la ordeñaba para que la leche saliese al ritmo que él quería.

Otra tiene un lunar grande y llamativo en uno de los pechos… la diana perfecta para los embates de sus nenas, que a punto han estado en alguna ocasión de arrancárselo.

Ahora Jesús me acaricia mientras mama y también se dedica a mover el labio superior de un lado a otro. Es un movimiento curioso, súper divertido y muy difícil de imitar, parecido al que hace un conejillo con su hociquito.

¿Han tenido o tienen tus hijos alguna manía cuando maman?

jueves, 2 de septiembre de 2010

FABRICANDO BEBÉS INDEPENDIENTES


Nuestra sociedad quiere bebés independientes, cuando lo más opuesto a algo o alguien independiente es un bebé. 

Pretender conseguir bebés independientes no sé si debería causarnos risa, pena o vergüenza, por lo ridículo de la idea en si misma. Y no digo que no se pueda lograr… El ser humano es flexible y se adapta a lo que sea con tal de sobrevivir. Así, tras largas sesiones de abandono en la cuna o en la guardería, los niños se acostumbran a estar solos, alejados de mamá, y parece que no lo llevan mal, aunque en realidad lo que ocurre es que han aprendido a no mostrar sus sentimientos, porque saben que de nada les serviría hacerlo, más que para malgastar energía.

Fabricamos no niños independientes, si no niños desapegados y conformistas que aprenden a permanecer mucho tiempo en un lugar en el que no quieren estar. Plantamos así la semillita de futuros adultos encerrados en oficinas, largas y aburridas jornadas laborales, haciendo cosas que no les gustan, alejados de sus seres queridos, porque no les queda más remedio para poder llegar a fin de mes.

Y esta sociedad que pretende que un bebé de días se duerma solo, es curiosamente la misma en la que cada vez los jóvenes se independizan más tarde. Mamás sesentonas siguen preparando amorosamente los tuppers para que sus retoños treintañeros se los lleven a la oficina, siguen lavando la ropa deportiva sudada tras el partidillo de futbol con los amigotes del fin de semana y continúan durmiendo intranquilas cuando ellos salen de marcha por las noches.


Esa generación de madres es la que ha sufrido con mayor voracidad el intrusismo del sistema en su concepción de la maternidad. Son madres a las que, la publicidad de las grandes multinacionales de preparados lácteos a través de los medios de comunicación y en connivencia con los médicos, ha convencido de que no tenían suficiente leche o que su leche no alimentaba, o que para ser moderna y glamurosa lo más chic era dar el biberón. Así se empezaba a poner distancia entre el cuerpo de los bebés y el de sus madres, pues entre ambos se interponía el dichoso cacharrito relleno de leche de vaca.

Junto con el progreso económico las casas se hacían más grandes y contaban con más habitaciones y los fabricantes de colchones tenían que pillar su trozo del pastel, así que se empezó a decir que era malo que los niños durmiesen con sus padres: “con lo bonitos que son sus cuartos y sus cunas (mini-colchón incluido) llenas de lacitos y bordados”… Por lo que tras el biberón de las nueve, había que dejar al bebé al otro lado de la casa y la distancia entre los cuerpos seguía aumentando. Y no se les podía coger en brazos porque según las vecinas se mal acostumbraban, y les dejaban llorar porque según el pediatra así se les fortalecían los pulmones…

Total que no es de extrañar que todos esos bebés que fueron inconscientemente desterrados a una “independencia” forzosa y prematura, ahora estén tratando de recuperar a esa madre ausente del pasado y por eso no se marchan de casa ni con agua caliente. Dicen que no se van porque no pueden, pero la realidad es que en ningún sitio se está mejor que al lado de mami.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

VACACIONES CON NIÑOS


Ayer en el bar de la piscina me pedí una coca-cola con muchos hielos y me la tome junto a tres de esas banderillas picantonas, mientras mantenía una interesante conversación por teléfono con una amiga. Después del último y corto pero refrescante baño me dirigí al vestuario para darme una ducha. Me lave el pelo, me puse acondicionador y me embadurné de crema hidratante. Cuando salí de allí me compré un helado (no voy a decir cuál para no hacer más publicidad) y me lo tomé tranquilamente dando un relajante paseo camino a casa…

Esta puede ser la rutina de muchas personas que están de vacaciones. No ocurre nada especial, puede incluso resultar aburrida para algunos.

Os preguntareis por qué os cuento todo esto, sobre todo teniendo en cuenta que no menciono nada relacionado con niños… Y es que lo especial es que mis niños no estaban. Porque de haber estado, el panorama habría sido muy diferente. Más o menos como sigue:

No podría haberme pedido un refresco de cola, porque ellos también habrían querido tomarlo, por lo que tendría que haber tomado un zumito como ellos o más exactamente las sobras de los suyos…

No habría probado las banderillas pues probablemente se las habrían zampado ellos.

La conversación telefónica habría sido bastante más corta pues seguro que alguno tenía algún accidente y se raspaba la rodilla (la misma por décimo octava vez) o empezaban a pelearse por la misma chapa que habrían encontrado en el suelo.

Para bañarme tendría que consultar la agenda de baño de mis peques, pues si a ellos no les apetece bañarse yo tampoco podría hacerlo.

La ducha habría sido bastante más rápida y menos tonificante, porque si me tomo tiempo empiezan a aburrirse y a perder el control de sus actos.

Con el helado habría pasado algo similar a lo del refresco. Probablemente les gustaría más el mío y terminarían quitándomelo y obligándome a comerme el suyo todo mordisqueado y medio derretido, mientras les persigo blandiendo amenazadoramente una ristra interminable de toallitas húmedas con las que intento arreglar un poco el desaguisado en sus ropas, caras y manos.

El paseo comenzaría con un intento infructuoso por sentar al pequeño en el carro quien tras andar 100 metros se cansaría y querría brazos… 


Este es más o menos el día a día de muchas mamás en verano.

¡ Vivan las vacaciones con niños pequeños! ; )