domingo, 4 de agosto de 2013

10 COSAS QUE ME HA DADO LA LACTANCIA MATERNA

Soy lactivista, y no lo soy solo de mente, por haber leído mucho a cerca de la lactancia materna, o de corazón, por haber dado pecho durante más de cuatro años. Soy lactivista porque también he dado biberón. Tengo dos hijos, y he vivido las dos cosas y por eso tengo la posibilidad de compararlas en primera persona y poder sacar mis propias conclusiones. Para mí, la crianza con teta, ha sido mucho más fácil y placentera que con biberón, y por ese motivo “egoísta”, recomendaría la lactancia a todas las mamás, porque puede tener algún “inconveniente”, pero son muchas más sus ventajas.

Reflexionando a cerca de lo que me ha aportado durante este tiempo la lactancia, he elaborado esta lista de 10 cosas. Estas son las 10 primeras palabras que me han venido a la mente, al pensar en este tiempo de teta compartida con mi hijo:

Energía y paciencia. ¿Despertarme yo por la noche varias veces, incluso cada hora? ¿Yo que los fines de semana en mi juventud, podía dormir fácilmente 12 horas del tirón y además echarme la siesta después de comer? Y lo más importante ¿Hacerlo de buena gana? Pues si. Durante meses dormí poco y mal, pues nunca fui capaz de amamantar mientras dormía. Me despertaba para cada toma, pero lo hacía con buena disposición. No diré que me gustase hacerlo, pero me acostumbré a ello y no resultó tan duro como me imaginaba. Y creo que es porque cuando amamantas no sólo das, también recibes. Recibes hormonas que te hacen sentirte bien, a pesar del sueño y el cansancio. De esto hablé hace tiempo en este post.

Conexión. Llamémoslo vínculo, apego o como queramos. No pretendo decir que sin teta no pueda existir, digo que con teta es más fácil de construir. Porque el vínculo se crea a base de contacto, y es evidente que con la teta el contacto es continuo y abundante. Hablo de una conexión mutua, y no sólo a nivel emocional si no a nivel práctico. Me ha resultado bastante más fácil (de nuevo esta palabra), saber que quería o necesitaba mi segundo hijo que el primero. Quizá porque he estado más tiempo real a su lado y le he llegado a conocer mejor. Y sin duda, es evidente que para él soy alguien muy especial, lo más importante de su mundo (hasta que se eche novia, claro), cosa que no ocurre con mi primogénito.

Herramientas. Es un hecho. Quien ha amamantado sabe que la teta es el mejor invento que existe para la crianza. Debe ser porque es el invento más antiguo, el original, y todo lo demás, son burdas imitaciones, empezando por el consabido chupete. La teta sirve de alimento, de consuelo y de somnífero. Lo único que le falta es la capacidad de cambiar pañales, con eso, ya sería la perfección absoluta.

Agobio. Para que nadie me acuse de exagerar las bondades de la lactancia, de ser poco objetiva y ocultar sus “peros”, aquí viene la única palabra negativa que he conseguido asociar al hecho de dar el pecho. Agobio por no saber si lo estaba haciendo bien, agobio por las obstrucciones recurrentes, agobio porque sólo se durmiese a la teta, porque rechazase vehementemente el chupete y en definitiva por sentirme imprescindible para él, porque era mucha responsabilidad y en parte (y solo durante unos pocos meses) me restaba gran parte de mi libertad individual. Éramos un pack indivisible, como los de las natillas que no te dejan romper en el supermercado, y hasta que te acostumbras a ello es difícil de llevar. Cuando te acostumbras, ha empezado a andar y corre loco por la calle sin querer si quiera darte la mano…

Tranquilidad. Aunque resulte contradictorio con el término anterior, la lactancia termina aportándote mucha tranquilidad. Porque sabes que tu hijo está nutrido e hidratado con tu mera presencia. Llevas encima siempre todo lo que él necesita, (menos el pañal de repuesto, eso nunca hay que olvidárselo). ¿Que no le gusta lo que hay de comer, o no le apetece comer ahora? No hay problema. Cuando quiera, ya le daré teta. Recuerdo un verano, cuando tenía año y medio, que tuvo una gastroenteritis muy fuerte. Sólo tomaba teta, continuamente, y estoy segura de que eso le salvó de la deshidratación y de tener que ser ingresado en el hospital.



Satisfacción. Recuerdo también que cuando tenía cuatro meses y pico le empezó a salir su primer diente. Por la noche, sentí cuando mamaba unos pellizquitos. Al día siguiente, le metí el dedo en la boca y noté el piquito del diente asomando por la encía y me emocioné como una tonta . De repente, me vi pensando que ahí estaba mi hijo, creciendo, y que era gracias a mí.  Yo era quien le alimentaba con mi cuerpo y sentí una mezcla de asombro y orgullo a partes iguales.

Cariño. Una mano pequeñita y morena sobre mi pecho lechoso. Unos ojos grandes como los de un búho o un lemur mirándome con devoción. Unas caricias en la cara o un “Mamá, eres la mejor madre del mundo”, me llenan el corazón de amor y el estómago de mariposas, como cuando de adolescentes nos enamorábamos de un compañero de clase. Puede que mi hijo sea cariñoso por naturaleza, y lo hubiese sido igual de haber tomado leche de fórmula, pero creo que el tenerme siempre cerca dándole mimos, ha ayudado a que él sea una persona a la que le guste el contacto con otros y sea capaz de expresar sus sentimientos físicamente.

Compañía. Me dice una amiga que el día de la lactancia materna es todos los días, las 24 horas del día, y tiene toda la razón. Con un bebé lactante nunca se está sola. Bueno, miento. Muchas mujeres lactantes nos sentimos solas, a pesar de tener a nuestro bebé continuamente pegado a nuestro cuerpo, porque pasamos mucho tiempo sin la compañía de otro adulto. En nuestra sociedad es complicado compaginar la lactancia con la vida social y las mamás nos ahogamos añorando lo que hacíamos antes, en lugar de disfrutar con la presencia de nuestro bebé.

Consciencia. Dar el pecho a demanda, sobre todo durante los primeros meses, me ha servido para tomar consciencia de mis carencias, sobre todo a nivel emocional. Estar a disposición de otra persona, que alguien te necesite y dependa de ti continua y completamente es un gran desafío, que pone a prueba la resistencia de cualquiera. Supone darte enteramente, aunque sea sólo de manera temporal, y eso a quienes poco hemos recibido cuando nuestra personalidad estaba en formación, nos puede costar un triunfo. La lactancia me ha hecho crecer personalmente y darme cuenta de lo importante que es cuidar la infancia, para poder querernos y querer y cuidar a los demás cuando somos adultos.

2 comentarios:

  1. wow..que bello post! Yo comparto plenamente,,cuànto me ha dado la lactancia

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    1. Gracias!!! Somos muy afortunadas de haber podido disfrutar de esta experiencia. Un beso.

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