lunes, 23 de noviembre de 2015

¿QUÉ PREFIERES? ¿LA RUTINA MAÑANERA O LA NOCTURNA?

Una de las principales normas de la comunicación es el positivismo. Cualquier tema despertará siempre más interés y aceptación, si lo introduces de manera positiva, que si lo haces de manera negativa. Pero ahora que ya he captado tu atención, que estás aquí dispuesto a leerme, voy a dejarme de paños calientes y te pregunto directamente: ¿Qué odias más? ¿La gestión de las mañanas o la de las noches? Me refiero evidentemente a la gestión de nuestros hijos. Yo no lo tengo claro, pero es innegable que estos dos momentos, se suelen vivir de manera estresante en los hogares donde hay niños pequeños. 

Analicemos las dos situaciones:



ESTRÉS MAÑANERO

Lo primero es levantarse uno para luego despertarles a ellos. A veces puede costar un triunfo hacerlo y si tienen un mal despertar, toca encima lidiar con su mal humor, así nada más empezar el día. De esos primeros momentos depende bastante cómo se va a desarrollar el resto de nuestro día. Luego toca azuzarles para que desayunen; van lentos y se distraen con cualquier cosa. Después, hay que repetirles 20 o 30 veces que se laven los dientes y que se vistan. La mayor parte de las veces se confunden con la ropa y se pone uno la del otro. Si les preguntas si tienen las mochilas preparadas, te contestan que sí, pero indefectiblemente en el último momento siempre se acuerdan de coger algo que se les había olvidado meter. Al final, siempre hay alguien que se enfada, salimos corriendo y llegan tarde al cole o a tiempo pero con la lengua fuera.

En 2011 ya apuntaban maneras...

CANSANCIO NOCTURNO

Por la tarde-noche, más de lo mismo, con la diferencia de que nadie nos espera en ningún sitio y las prisas nos las metemos a nosotros mismos, para poder acostarles a una hora decente. Además, por las noches tenemos el hándicap de que todos estamos más cansados que por la mañana, y por tanto más susceptibles, irascibles e impacientes. Por suerte, mis hijos no ponen pegas al baño, ni comen mal, pero desde que les dices que se laven los dientes hasta que lo hacen pueden pasar fácilmente 15 minutos, durante los cuales están en el baño haciendo “nosequé” y riéndose juntos. Luego, siempre quieren que nos acostemos con ellos, aunque a nosotros no nos apetezca porque no tenemos sueño y nos gustaría quedarnos despiertos para ver un capítulo de alguna serie “de mayores”. Algunos días les convencemos de que se acuesten ellos solos, pero la mayoría de las veces nos acostamos con ellos, con la esperanza de aguantar despiertos hasta que ellos finalmente claudiquen y poder levantarnos entonces furtivamente para estar un rato juntos y solos.

¿Os sentís reflejados en mi relato?

¿Qué franja horaria te es más fácil de llevar? 

Si pudieras escaparte, desvanecerte o desintegrarte temporalmente,
¿Cuándo preferirías hacerlo?

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