lunes, 14 de septiembre de 2015

¡NO ME DEJA HACER NADA!

Que levante la mano la madre que no haya dicho esta frase en alguna ocasión. No veo demasiadas manos levantadas...
Yo misma lo he dicho en numerosas ocasiones referido a mi primer hijo. Con el segundo ya sabía de que iba la cosa y estaba resignada a “no hacer nada” excepto cuidar de él. Ante mi lamento mi madre no acudía rauda y veloz a ayudarme en lo que necesitase, si no que me respondía que era a “lo que le había acostumbrado”. O sea que se suponía encima que la culpa era mía. La “culpa” de que el niño quisiera estar permanentemente conmigo, primero encima de mí y luego siempre dentro de su campo de visión. Yo intentaba dejarle, escabullirme, pero él se quejaba, reclamaba mi presencia y yo desistía de hacer cualquier cosa que no fuera estar a su lado, eso si, con agobio y sentimiento de culpa, por no poder limpiar y ordenar, por no poder cocinar, por tener en definitiva la casa y a mi misma hecha unos zorros. 
Está claro que era una novata y no conocía muchos recursos y trucos que ahora se como por ejemplo llevármelo de habitación en habitación conmigo y ponerle a mi lado mientras hacía lo que fuera,-cosa que es de cajón, lo sé, pero a mi nunca se me ocurrió-, o simplemente portearlo para poder tener libres las manos.

La necesidad de presencia materna para un bebé es enorme. Al principio necesita sentirnos cerca, olernos y que le abracemos. Tanto si toma biberón como si toma teta, durante los primeros meses el bebé es como una garrapata amarrado al cuerpo de su madre. Luego cuando empieza a espaciar las tomas y a tomar conciencia del mundo fijando la mirada en otras cosas a parte de su madre, mostrando curiosidad e interés por los objetos, de repente se da cuenta de que las cosas y las personas pueden desaparecer. Es la época del “cucu-trás”. Para el bebé no ver nuestra cara significa que no estamos y como no sabe lo que tardaremos en volver o si volveremos puede sentirse aterrado. Por eso llora si le dejamos 2 minutos para ir al baño a hacer pis. Es una época dura en la que podemos sentirnos atrapadas e inútiles pero que como todas pasa. Luego el niño empieza a gatear y luego a andar y ya admite que nos vayamos pero ahora que puede nos sigue como un patito, y tenemos que tener cuidado de no pisarle y no tropezar con él a cada paso. Estas son las etapas naturales por las que pasa el bebé que nos exigen en ocasiones una disponibilidad para atenderle enorme que no deja lugar para mucho más, por eso no es extraño que exclamemos desesperadas: ¡es que no me deja hacer nada!

Imagen viral de una mamá dando pecho en el baño.
Tengo que confesar que me sorprende enormemente cuando alguna madre me dice que su hijo se queda tranquilo en la cuna o en el carro, que no pide brazos, que no llora cuando no la ve, etc. Al igual que hacía mi madre conmigo, juzgo sin conocimiento de causa a esa familia y termino pensando que el niño no pide porque es “ a lo que le han acostumbrado”. No puedo evitar pensar que ese niño si que pidió en algún momento y como no se le dio se acostumbró a no obtener respuesta, se resignó y dejó de pedir. Está claro que no hay dos niños iguales pero creo que las necesidades básicas son las mismas para todos y la necesidad de contacto y sentirse seguros es algo que todos comparten. Escuchar y dar respuesta a nuestro bebé puede ser agotador pero es nuestra responsabilidad como padres, ¿no?

¿Crees que tu bebé es muy demandante?
¿Sientes que atenderle no te deja tiempo para hacer nada más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario