En el ser humano, la
vista ha ganado terreno a los demás sentidos y por ejemplo no usamos
el olfato tanto como otros mamíferos, pero hay momentos en que este
sentido se agudiza y la maternidad es uno de ellos, empezando por el
embarazo, cuando nos volvemos más sensibles a los olores, los
captamos más rápidamente y pueden llegar a desagradarnos hasta el
punto de hacernos vomitar.
Al igual que ocurre con
otros mamíferos, el olfato juega un papel primordial en el
mecanismo de vinculación. El aroma que desprende nuestro bebé
al nacer provoca en nosotras descargar hormonales que nos llevan a
cuidarle y protegerle. Suele decirse que no hay que tocar a los
cachorros recien nacidos de nuestras mascotas porque si los tocamos
dejan de oler a ellos mismos para oler a nosotros y sus madres los
rechazan al no identificarlos como propios. Por ello las visitas no
deberíamos coger a los recien nacidos en brazos hasta pasados unos
días y siempre que su madre nos de permiso para hacerlo. Y es
que una peculiaridad olfativa relacionada con la maternidad es la
capacidad que tienen los bebés de quedarse impregnados del olor
de los demás y de impregnar a los demás con el suyo.
Basta con cogerlos en brazos un rato para que el bebé huela a ti y
tu huelas al bebé. Se me ocurre que esto puede responder a un
mecanismo similar al que tienen los gatos para marcar su territorio,
una manera del bebé de dejar su impronta y de formar parte del mundo
que le rodea, para que le tengamos presente aún cuando no esté a
nuestro lado.
Por su lado el bebé al
nacer no tiene el sentido de la vista totalmente desarrollado por lo
que se guía fundamentalmente por el olfato para llegar hasta el
pecho de la madre. Reconocerá a su madre por la voz pero sobre
todo por su aroma particular que se mezcará con el de la leche
materna si le da el pecho. Algo fundamental, que no nos explican a
veces las futuras mamás es que, lo mejor para no despistar al recién
nacido y facilitarle el enganche es recibirle sin perfumes e
incluso es mejor no usar demasiado jabón para que
pueda captar nuestro olor sin interferencias.
Tras el parto las madres
seguimos teniendo el olfato muy sensible. Recuerdo como tras nacer mi
segundo hijo vinieron a casa a visitarnos unos familiares. Uno de
ellos se había echado colonia, demasiada para mi gusto y me sentía
abrumada por su presencia. La sensibilidad olfativa nos sirve además
para poder detectar rápidamente si nuestro hijo ha hecho pis o
caquita, deposiciones estas que si derivan de leche materna
exclusivamente, desde mi punto de vista no huelen demasiado
desagradables.
El olor de los bebés
es embriagador, simula algo dulce y calentito como un bollito
recién salido del horno. Recuerdo especialmente como a mi segundo
hijo le olía el aliento dulce como a “natillitas”. También
recuerdo la primera vez que tuve en mis brazos a un recién nacido,
era el hijo de una amiga y fue hace mucho tiempo. Me pareció que
olía a pajarito mojado no sé porque, quizá porque todavía
conservaba en su piel el olor del líquido amniótico. Era un olor
peculiar pero agradable.
Dicen que las madres
podemos identificar a nuestros bebés con los ojos cerrados tanto por
el sonido de su llanto como por su olor. Cada bebé huele diferente
pero todos huelen bien y no necesitan que les echemos colonias
infantiles para resultarnos deliciosos.
A mi particularmente, nunca me desagradó cambiarle los pañales a mis hijos, sobre todo al pequeño mientras tomó lactancia materna en exclusiva. Pero se que hay otras madres más delicadas y por lo que se ve también padres que lo pasan realmente mal, como el de este vídeo, jajaja....
A mi particularmente, nunca me desagradó cambiarle los pañales a mis hijos, sobre todo al pequeño mientras tomó lactancia materna en exclusiva. Pero se que hay otras madres más delicadas y por lo que se ve también padres que lo pasan realmente mal, como el de este vídeo, jajaja....
Yo antes de dar a luz usaba colonia a diario pero no se por qué a raíz del parto dejé de hacerlo.
ResponderEliminarHan pasado 22 meses y aún no la uso para que mi hijo me siga oliendo a mi. Aunque ya es mayor y esas cosas pero, no se... me ha dado fuerte con eso.
Y a él nada de colonia. Con lo bien que huele al natural!!!! Ñam!
Siiii! Yo ahora disfruto como una enana oliendo a mi sobrina. Me la comería enterita!
EliminarEs curioso como cosas que eran o considerábamos imprescindibles antes, cuando llega el niño dejan de importar. Se puede vivir sin colonia, verdad?
Gracias por comentar. Un abrazo.