El título de esta entrada se parece peligrosamente a una conocida canción de Sara Montiel, pero referido claro está, a un acto mucho más saludable que el fumar.
Todas las mañanas pienso en esto cuando “doy de desayunar” a Jesús en la cama.
Trato de ponerme en su piel, e imaginarme cómo debe sentirse, ahí abajo, en mi regazo, "amorrao" a la teta y calentito bajo el edredón.Y la conclusión que siempre saco, es que debe estar en la gloria.
Me pongo a pensar en una situación equivalente para un adulto y lo que me viene a la cabeza es lo siguiente: estar en la cama cómoda y calentita, abrazada a mi pareja y comiendo chocolate. ¿Dónde hay que firmar, oiga?
Jesús va a cumplir dos años en diciembre. No se sabe a ciencia cierta hasta qué edad es normal en el ser humano mamar, pero los estudios dicen que el destete suele producirse entre los dos y los siete años. Evidentemente, ya come de todo y no necesita la teta para sobrevivir, pero ¿y lo que disfruta él mamando?
A estas alturas y superadas las dificultades del principio, yo estoy más que acostumbrada a dar el pecho, no me supone ninguna molestia ni inconveniente, por lo que no tengo intención todavía de arrebatarle/arrebatarme este placer.
No tenemos fijada una fecha de caducidad para la lactancia, así que de momento seguiremos desayunando juntos en la cama.
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