Retomo este tema y lo hago a modo de desahogo y con un título a ritmo de ranchera.
Llevo tres días en casa sola con mis niños todo el día porque el mayor está malito.
No está muy mal, pero si lo suficientemente incómodo como para que se quede en casa descansando y no vaya al cole.
Ya puestos en situación, os cuento como se desarrolla uno cualquiera de esos días:
Se despiertan a las siete y media, me paso media hora, como digo yo “tetificando”, es decir, dándole teta al Bubo. Después les doy de desayunar a ellos y le doy sus medicinas al mayor.
Me ducho y como estos minutos bajo el agua son los únicos momentos que voy a tener de intimidad y tranquilidad en todo el día, trato de alargarlos todo lo posible.
Y después, como decían en el Precio Justo: ¡a jugar!
- A eso de la una, cuando nos hemos puesto a comer ya habíamos:
- Visto dibujos en la tele.
- Dibujado, coloreado y recortado.
- Pintado macarrones y hecho un collar de ídem.
- Hecho gelatina de fresa.
- Jugado con globos.
Y todo esto fruto de mi imaginación y conmigo a su lado participando activamente, porque si me alejo de su lado se quedan quietos, no saben que hacer, parece que se quedan sin pilas, o lo que es peor se dedican a pelearse, pegarse y llorar.
Y yo realmente me agobio. Porque no puedo hacer nada que no sea estar con ellos.
Y no hablo de sentarme tranquilamente a leer un libro, si no de tan sólo recoger un poco esta leonera que tenemos por casa, o cocinar algo más elaborado que unas salchichas calentadas al microondas.
No saben jugar solos, ni entre ellos. Por eso me ha costado mucho encontrar una imagen con la que ilustrar este post. La única forma de que estén entretenidos y tranquilos sin mi, es viendo Bob Esponja o cualquier otro sucedáneo, pero claro, yo no quiero abusar de la televisión…
Mi madre me dice que “es a lo que les he acostumbrado”, pero yo no soy consciente de haber hecho tal cosa y ni mucho menos he tenido tal intención. Creo que me limito a dar respuesta a sus necesidades, aunque a veces sienta que no puedo más.
Creo también que es algo que depende de cada niño. Pregunto a otras mamás, que me dicen que sus hijos si que se entretienen solos bastante rato y me pregunto porque me ha tocado a mi la china. Puede que sea algo genético. Y si hay que echarle la culpa a alguien, voto porque sea a mi marido, porque yo nunca reclamé tanta atención cuando era pequeña. O a lo mejor si y no me acuerdo.
Ángel me prometió que cuando cumpliese 5, empezaría a jugar solo, pero pasa el tiempo, se va acercando ese día y no hay signos de que eso vaya a ocurrir.
Ahora están durmiendo la siesta ¡aleluya! Y cuando se levanten, quizá juguemos a los coches y a los dinosaurios… Se darán un largo baño y leeremos 3 o 4 cuentos antes de dormir. Y mañana se repetirá todo al igual que en “El día de la marmota”.
Me gustaría saber si hay más mamas a las que les pase lo mismo y que me contasen como se las apañan ellas, aunque sólo sea por eso que se dice de “mal de muchos…”
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