Las niñas quizá por serlo o condicionadas
por la educación, suelen tender a juegos más tranquilos que pueden desarrollar
en casa. Sin embargo, los chicos, y lo digo por experiencia, necesitan aire
libre, necesitan actividad física y las cuatro paredes de su casa en las tardes
frías y oscuras de invierno se les caen encima. Algo hay que hacer para pasar
el rato. Juegan entre ellos, pero tienen muy vistos sus juguetes y sobre todo
se tienen muy vistos el uno al otro. Necesitan socializarse, y el tipo de vida
que llevamos actualmente no se lo pone fácil. Por eso yo no reniego de la tele
o los videojuegos. Creo que usados con moderación son una herramienta muy útil
dadas las circunstancias. Vienen a sustituir la libertad de movimientos de
otras épocas, la vida antigua en los pueblos que era mucho más abierta y
sociable que la actual y que brindaba muchas más posibilidades de
entretenimiento para los niños.
Pero una vez agotado el tiempo de
las pantallas ¿Qué hacer? No me parece mal que los padres planeemos alguna
actividad con los niños. De hecho hay muchas cosas que poder hacer en casa con
ellos, que no se practican en el colegio y es importante que aprendan, tales
como cocinar o limpiar, y porque no, también se puede hacer alguna manualidad
chula con la que poder aprender empíricamente algo relacionado con la ciencia.
Yo no soy demasiado niñera, no me
gusta jugar, y sinceramente me agobio cuando mis hijos me reclaman para ello.
Les suelo decir que soy su madre, no un payaso que los entretiene. Pero reconozco
que los niños necesitan tener compañía, socializarse, y muchas veces las únicas
personas cercanas y disponibles para relacionarse con ellos actualmente son sus
propios padres.
La función del juego es múltiple,
no sirve sólo para pasar el rato, si no fundamentalmente para aprender en muchos
sentidos, sobre todo a relacionarse con los demás. Un niño sólo en su habitación, es un niño que no molesta, pero que no está aprovechando las oportunidades que
le brinda la vida.
Estoy de acuerdo en que no es
necesario planificar obligatoriamente una actividad frenética diaria dirigida
por los adultos para mantenerlos ocupados. Estoy de acuerdo en que tampoco es
bueno aunque se pueda, suministrarles cientos de cosas materiales para que
pasen el rato. Pero tampoco podemos pretender que se las apañen solos todo el día.
Mantener los dos mundos, el infantil y el adulto totalmente separados siempre,
quizá sea cómodo para los adultos, pero no es bueno para el desarrollo de los
niños.
Ellos no pueden ponerse a nuestro
nivel, pero nosotros podemos ponernos al suyo y hacer cosas con ellos, cosas
que a ellos les gusten, dedicarles tiempo y atención, aunque sea a costa de
tener que empuñar unas tijeras y recortar cartulinas de colores. Tampoco se nos
van a caer los anillos por hacerlo de vez en cuando. Si que creo que es nuestro deber
proporcionar experiencias a nuestros hijos. No tienen que ser muy caras o
sofisticadas, pero si que les sirvan para conocer el mundo.
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