martes, 14 de junio de 2016

AMAMANTAR: UNA FUENTE DE PODER, UNA FUENTE DE VIDA

Recuerdo a medias un acertijo sobre varias personas perdidas en una isla desierta, entre las cuales había una madre lactante con su bebé. El problema radicaba en que no había comida suficiente para todos y había que decidir a quién dársela para conseguir que sobreviviera el mayor número de ellos. La solución estaba en alimentar a la mujer, pues ella con su leche podía alimentar no sólo a su hijo si no también a los demás náufragos. 

¿Os suena? ¿No os parece genial?


Este es un párrafo de mi entrada: “10 Cosas que me ha dado la lactancia materna” en el que hablo de satisfacción: “…cuando tenía cuatro meses y pico le empezó a salir su primer diente. Por la noche, sentí cuando mamaba unos pellizquitos. Al día siguiente, le metí el dedo en la boca y noté el piquito del diente asomando por la encía y me emocioné como una tonta. De repente, me vi pensando que ahí estaba mi hijo, creciendo, y que era gracias a mí. Yo era quien le alimentaba con mi cuerpo y sentí una mezcla de asombro y orgullo a partes iguales.”

Ahora lo pienso y quizá la palabra satisfacción sea demasiado tibia para describir lo que sentía en esos momentos. Me sentía fuerte y poderosa, pues no sólo había creado vida si no que la estaba manteniendo, yo sola, con mis propios recursos. 

Al igual que el proceso de embarazo y el parto, la lactancia materna es algo increíble, casi mágico, y es algo que sólo podemos hacer las mujeres. Las mujeres somos poderosas, albergamos mucho poder dentro de nosotras. La maternidad abre muchas veces la puerta a ese poder que poseemos y permite que se extienda a otras facetas de nuestras vidas: trabajo, relaciones sociales, etc. Dice mi hermana que las mujeres que conoce que están más empoderadas son aquellas que han luchado por tener partos respetados y han dado pecho durante mucho tiempo, y creo que no le falta razón.


Tenemos poder y como los súper héroes también una responsabilidad, ya que de nosotras dependen nuestros hijos, siendo además nuestros bebés, los bebés humanos, los más inmaduros y dependientes de entre todos las crías de mamíferos del planeta. Mi marido y yo filosofábamos a cerca de que un bebé con sed no puede beber de una botella aunque la dejásemos a su alcance. Es tal su indefensión y la necesidad que tienen de nuestros cuidados.


Poner nuestro cuerpo a su entera disposición es un acto de gran generosidad pero también es una fuente de placer. La naturaleza es sabia y recompensa el esfuerzo fisiológico de amamantar con hormonas que nos hacen sentir bien cuando lo hacemos. 

Cuando amamantas recibes mucho más de lo que das.


Por todo ello creo que dar el pecho es algo maravilloso, una oportunidad vital fantástica que toda madre debería poder experimentar y disfrutar.

Pero yendo más allá, la lactancia es un seguro de salud y supervivencia, sobre todo allí donde no hay otras alternativas para alimentar a los más pequeños, como ocurría en el acertijo que os comentaba. No es necesario inventarse fábulas para verificar la importancia de la lactancia materna, basta con imaginar lo que sufren los niños en situaciones de guerra o desastres naturales. En esas circunstancias poder mamar es la diferencia entre vivir o morir.

Por eso, porque creo que toda madre debe poder amamantar si lo desea y todo bebé debe poder ser amamantado si lo necesita, es por lo que te pido tu colaboración en una campaña en la que estoy participando con otras #bloguerasxlactancia en un grupo llamado #tetavshambre, junto a Madresfera y ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE.



Entrando en este link puedes hacer tu donación y ayudar a promover la lactancia materna y que esta salve las vidas de muchos pequeños.

Con tu ayuda conseguiremos mujeres y niños,
sanos, fuertes y poderosos.

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