lunes, 22 de febrero de 2016

LA MATERNIDAD CONSCIENTE, MOTOR DEL CAMBIO


Egoísmo e individualismo, no nos importan los demás, no nos preocupamos por el planeta.

Consumismo feroz. Vivimos estresados y enfadados. Tenemos que producir para gastar y nos falta tiempo para respirar, para disfrutar de la vida y de las personas a las que queremos.

El sistema es injusto. Prima la producción frente a las personas, aún así muchos no tenemos trabajo, o trabajamos cada vez más para ganar cada vez menos. Los políticos mienten, roban y legislan en su beneficio, en beneficio de los que más tienen a costa del resto, de gente que carece de lo fundamental para vivir: cobijo, alimento,… y nosotros nos vemos impotentes o incluso les justificamos y seguimos apoyando.

El sistema carece de empatía, de generosidad y obvia las necesidades de los más débiles, de los dependientes, de aquellos que necesitan cuidados y que no pueden defenderse por sí mismos. 


La cosa está mal. Lo pasamos mal. Estamos mal. 

Esto no funciona. Esto no es vida. 

¿Somos conscientes de ello?


Muchos nos quejamos pero no hacemos nada por cambiar las cosas. 

Para cambiar el mundo primero tenemos que cambiar nosotros. Deben cambiar nuestra forma de pensar y actuar. Si seguimos haciendo lo mismo que “se ha hecho siempre”, o “lo que hace todo el mundo” sin cuestionarnos nada, aunque lo que hacemos no termine de convencernos ni hacernos felices ¿Cómo vamos a lograr mejorar nuestra vida, la de nuestros seres queridos, la de nuestra comunidad?

En un post anterior escribí sobre cómo nos cambia la maternidad a nivel individual, hoy quiero hablar sobre cómo puede influir la vivencia de la maternidad en la sociedad. Creo firmemente que convertirnos en padres y madres puede ayudar a mejorar el mundo, pero siempre que ejerzamos nuestra paternidad de una manera consciente. Es decir, se puede ser un padre aliado del sistema o ser un padre anti-sistema. Si te dejas llevar por la corriente te conviertes en un pez más, estás dentro del agua y desde el fondo no ves el río ni puedes cambiar su cauce.

Si no coges a tu hijo para que no se malacostumbre, si le pones el chupete para no oírle, si le llevas a otra habitación para que no te moleste, si le metes en la guardería pronto supuestamente para que se socialice, si le obligas a dar besos a los abuelos aunque está claro que él no quiere hacerlo, si en lugar de jugar con él te matas a trabajar para comprarle juguetes, etc. Si permites que te separen de tu hijo, si tú mismo lo alejas de ti, si no escuchas lo que te dice tu corazón, lo que te gritan tus entrañas, si no atiendes sus peticiones para hacer lo que es “habitual”, lo que has visto hacer a otros, lo que esperan los demás que hagas, sin ni siquiera tomarte la molestia de reflexionar sobre la idoneidad de todas estas prácticas, le estás siguiendo el juego al sistema. Estás enseñándole a tu hijo que él, sus opiniones y sus necesidades no importan, que hay cosas por encima de ellas, como las costumbres y el qué dirán, que lo material y lo monetario es más importante que la presencia y el contacto. 

Una maternidad consciente es la puerta abierta al cambio tanto individual como colectivo. 

Vivir la maternidad en profundidad nos transforma, nos hace ver el mundo desde otra perspectiva y nos da la fuerza para luchar por un mundo mejor. 


¿Te ha transformado la maternidad? 

¿Te involucras más en los problemas sociales desde que eres madre? 

¿Cuál crees que es el motivo?



4 comentarios:

  1. Sí que me ha cambiado la maternidad, la verdad. Ahora intento defender mis ideales para que la gente entienda que con esos ideales existiría un mundo mejor. Muy buen post.

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  2. Coincido contigo en que la maternidad cambia, y mucho. Dejas de ser la persona que eras y, sinceramente, creo que te conviertes en mejor persona.

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    1. Te hace madurar si no lo habías hecho todavía. Se aprende un montón de la vida, si quieres aprender claro... Un beso.

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