Dar un paseo por el centro de Madrid para ver las luces, comer castañas asadas y comprar algo en el Mercadillo de la Plaza Mayor es una tradición navideña más. Nosotros mismos hemos sucumbido a esa tradición año tras año hasta este en el que, si bien hemos ido al centro, no hemos pasado por Sol ni aledaños. El motivo es obvio: ¡esa zona es la guerra! (aunque en la foto de abajo la Plaza Mayor esté desierta... juro que no suele estar así, jeje).
Navidades 2012 |
La verdad es que siempre lo ha sido, pero yo sentía que si no hacíamos acto de presencia allí no estábamos de verdad en Navidad. Sin embargo con el tiempo estoy aprendiendo, por fin, a decir que no y a dejar de hacer cosas por “obligación”, aunque sea una obligación autoimpuesta.
Navidades 2013 |
Las luces son bonitas sí, pero hay demasiada gente para disfrutar de ellas, e ir con niños y con el miedo a que se pierdan entre la multitud hace que el disfrute sea menor. En verdad, no sé cómo me he atrevido en otras ocasiones a ir yo sola con ellos, siendo como eran más pequeños.
Mis hijos nunca han sido demasiado amigos del espectáculo de Cortylandia. Cuando eran pequeños los muñecos moviéndose les daban yuyu y ahora que son “mayores” el espectáculo no les impresiona. Creo que actualmente en Cortylandia, más que los niños, disfrutamos los padres recordando nuestra propia infancia.
Además Ir al centro desemboca irremediablemente en gastar dinero, bien sea en algo de comer o en cualquier chorrada, al final el paseo sale por un pico. Así que este año no tenemos foto con el árbol de la Puerta del Sol, ni en la Plaza Mayor como años anteriores, pero hemos disfrutado igualmente del ambiente navideño.
Navidades 2015 |
Hemos saltado en el castillo hinchable gigante que ha puesto el Ayuntamiento madrileño, pedaleado para encender el árbol reciclado, montado en el barco solar del Retiro y huyendo de las multitudes hemos recalado en “La Ciudad de los Sueños” que organiza el Ayuntamiento Torrejón de Ardóz en su Plaza Mayor.
Conocí su existencia a través del blog de Mamás Viajeras. La iluminación de la plaza es preciosa y al espectáculo de muñecos inspirados en cuentos (incluso había un Dragón que escupía humo por la nariz!) se une que echan pompas de jabón y espuma simulando nieve. El efecto es chulísimo y tanto niños como mayores disfrutamos un montón. No nos lo esperábamos por lo que nos llevamos una grata sorpresa. En la plaza también hay puestos de artesanía y varios trenecitos para montarse (previo pago, eso sí).
La experiencia ha sido muy bonita y si lo siguen montando me encantaría repetir.
Os dejo un vídeo en el que se ve a mi hijo pequeño alucinando con la nieve artificial.
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