Leer el informe del
Consejo General de Enfermería sobre doulas me ha causado una
mezcla de estupor, tristeza y cansancio, porque siento que no
avanzamos, que no hay manera de dejar atrás una forma de atención a
la salud de la mujer basada en el paternalismo y en la apropiación de
nuestro cuerpo y nuestras decisiones. El informe hace apología de
una atención a la mujer sin contar con la mujer, con lo que ella
necesita o desea. Ejemplo de este tratamiento condescendiente e
infantilizador es el que se “preocupen” por el derecho de los
padres a estar presentes durante el parto, ignorando los deseos de la
mujer que es la que pare, que puede no tener pareja o no querer que ésta le acompañe por el motivo que sea. Este informe ignora
deliberadamente los estudios que inciden en la importancia de un buen
acompañamiento en el parto, y aquellos que específicamente señalan
la presencia de las doulas como un factor muy positivo en el mismo, y
sobre todo ignora que la usuaria tiene derecho a elegir a su acompañante
sea quien sea, y que nadie mas que ella puede conceder o denegar el acceso
a la sala a esos acompañantes.
Los comentarios en las
redes sociales no se han hecho esperar, y reflejan la indignación
ante ese documento, no sólo de las directamente afectadas, las
doulas, si no también de muchas mujeres, madres y usuarias del
sistema sanitario que, habiendo o no utilizado en algún momento los
servicios de una doula, se preguntan:
¿Es que no hay forma
de hacerle entender al mundo que las mujeres no somos seres
inferiores y que tenemos la capacidad de informarnos, decidir,
equivocarnos y hacer lo que nos plazca sin tener que dar
explicaciones a nadie?
Lo peor de todo es que
siguen tratándonos a las mujeres como “tontitas” que no sabemos
donde nos metemos con las doulas, coartando de nuevo nuestra libertad
para elegir con quien parir. Como mujer adulta con criterio propio me
parece indignante que infravaloren mi criterio.
A estas alturas no
debería ser necesario que repitiéramos que tenemos derecho a vivir
nuestro parto como queramos y con quien queramos, porque es nuestro
parto, nuestro bebé, nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestro tiempo y
nuestro dinero.
Este informe busca
supuestamente tres cosas:
- Denunciar el fraude económico de esta actividad supuestamente realizada al margen de la ley y del sistema fiscal y tributario.
- Alertar del supuesto peligro para la salud de madres y bebés en la contratación de doulas, que no están supuestamente formadas de manera adecuada para efectuar su labor.
- Denunciar el intrusismo de las doulas en la labor supuestamente realizada por las matronas.
Y no me he equivocado al
escribir tantos "supuestamente"; lo he hecho adrede, porque el
informe no demuestra nada. Está muy mal hecho, falto de
metodología, de referencias a estudios científicos, estadísticas,
encuestas o entrevistas a las protagonistas o personas afectadas o
relacionadas con el mundo de las doulas. Basta ver la bibliografía
para comprobar que el esfuerzo realizado para su elaboración ha sido
escaso. Dudo mucho que el responsable de prensa del Consejo haya visitado una por una todas esas web y aunque lo hubiera hecho, el
resultado de sus “investigaciones” no es más que un panfleto
partidista y sin contrastar, mezcla de ignorancia y mala
intención que trata de desprestigiar a un colectivo, que les
inspira miedo porque están haciendo un trabajo, que no dudo
que en algunos aspectos pueda ser de su competencia pero que en
términos generales las matronas no hacen o hacen mal.
Es
cierto que se trata de una profesión que no está regulada, como
supongo que han estado todas las profesiones hasta que llegó el día
en que se regularon. Pero existe porque hay demanda, y hay demanda
porque las mujeres no encuentran en otros ámbitos aquello que les
ofrecen las doulas, esto es: apoyo. Así que, aunque haya quien las
quiera borrar de la faz de la tierra, confío en que las doulas
persistirán y la regulación llegará, a pesar de ejercicios
tendenciosos como el desarrollado por este organismo.
Me
parece de una soberbia tremenda el decir que cualquier práctica,
asistencia o acto que lleve a cabo una doula a una mujer embarazada o
a su hijo se realiza siempre sin los conocimientos, aptitudes ni
competencias necesarias. Que la formación de las doulas no
esté oficialmente reconocida no significa que no sea adecuada, igual
que el hecho de que la formación de las matronas si
esté oficialmente reconocida no garantiza que sea buena.
Universidad y residencias hospitalarias forman a día de hoy de
manera pobre e incompleta a miles de matronas que no están
suficientemente preparadas para atender partos normales. Este hecho
lo sufrimos en nuestras carnes miles de mujeres que pasamos por las
manos de esas matronas durante nuestros embarazos, partos y
puerperios. Las matronas deberían mirar hacía dentro,
reflexionar sobre su propia formación y las carencias de la misma,
antes de criticar a las de otros
colectivos.
Me
ha chirriado enormemente la frase que dice que “único mérito
para trabajar como doula, es ser madres o abuelas de
unos o varios hijos”. El hecho de desmerecer la maternidad
en si, ya dice mucho de la forma de pensar de este colectivo, o
más bien de las personas que han confeccionado y firmado este
documento, pues me consta que sus palabras no son compartidas ni
mucho menos por todas las matronas, ya que muchas no coinciden con
sus apreciaciones ni se sienten correctamente representadas con este
documento ni con el Consejo en general. Una buena matrona es
consciente de la sabiduría de las madres y no las menosprecia.
Una madre con un parto mal atendido y traumático sabe mucho, ha
aprendido de la manera más dura, a base de golpes, qué es lo que
puede ir mal en un parto, qué es lo que no le favoreció, y qué es lo
que no quiere volver a repetir. Una madre con un buen parto, un parto
libre y respetado, es consciente de lo que puede sanar una
experiencia como esa, como nos da poder y nos hace fuertes. Una
madre sabe lo que es estar embarazada, parir y todo lo que viene después
mucho más que cualquier matrón o cualquier matrona sin hijos. Ser
madre es ya de por si una gran escuela para la vida. Si las matronas
escucharais de verdad a las mujeres, aprenderíais un montón,
sin duda las atenderíais mejor y seríais capaces de
brindar el mismo tipo apoyo que ofrecen las doulas.
Me
gustaría destacar que el seguro de Responsabilidad Civil que según
el informe las doulas no tienen ni pueden tener no sirve sólo para
amparar a las mujeres para las que trabajan frente a “posibles
siniestros” como dice el documento, si no que sirve sobre todo para
proteger a los propios sanitarios de las consecuencias de sus errores
y mala praxis. Dicho seguro no es contratado en un acto de buena
voluntad, pensando en el bien supremo del paciente, si no para
cubrirse ellos las espaldas por si se equivocan. La forma y el tono
usado para decir las cosas puede cambiar totalmente su significado y
este es un claro ejemplo de que con este informe a pesar de lo que
pueda parecer o nos pretendan hacer creer, las matronas no tratan
de defender los derechos de las usuarias si no su parcela de poder
que ven peligrar por la existencia de las doulas.
En
esto que considero una pataleta fuera de lugar, el siguiente paso
sería intentar prohibir a las abuelas acompañar a sus hijas en el
parto y que se metan en “asuntos sanitarios” con sus consejos,
pues la figura de la abuela no es legal, no tiene una formación
reglada ni supervisada por ninguna autoridad sanitaria y educativa,
ni su labor cubierta por un seguro. No creo que se atrevieran a
atacar de esta manera al “colectivo abuelas” al igual que lo han
hecho con las doulas.
Aquí
es cuando empezamos a hablar de dinero, porque claro, a las abuelas
no las pagamos, ni con ni sin factura. Una de las partes más extensa
del informe es la que habla de la parte económica. Parece que el que
haya gente que cobre por esta labor les escuece, pero ocultan su
verdadero malestar con el disfraz del “buen contribuyente” que
vela por el saneamiento de las arcas del Estado denunciando la
economía sumergida. Que pena que el Consejo General de Enfermería
no se dedique a perseguir los fraudes en general, sería
genial que lograse limpiar de corrupción financiera nuestro
país. Mi opinión: no se qué porcentaje de doulas declaran sus
ingresos y cuales no, pero me importa un carajo. No es ni será este
él único sector que defrauda, ahí tenemos a los fontaneros,
albañiles y chapuzas en general que son expertos en la materia. Si
una doula me ayuda, me da igual si tiene título o no, si hace
factura o no, la pagaré aunque sea en negro porque me ha servido y
se lo merece, punto.
Creo
que este informe tiene un enorme fallo de partida pues no especifica
si se refiere a la atención pública (seguridad social) o privada
(pago adicional a los impuestos), si se refiere a partos
hospitalarios o domiciliarios. Hacer esta distinción es fundamental
porque las circunstancias y los condicionantes no pueden ser mas
distintos dependiendo del lugar.
Me
hace gracia leer que la doula usurpa a la matrona por ejemplo la
“asistencia domiciliaria”. En otros países quizá, pero
que yo sepa en España no vienen a visitarte las matronas a casa, ni
antes, ni durante ni tras el parto, y dudo mucho que se vayan a poner
a ello en breve. Si yo quiero/necesito consejo, ayuda o compañía
tras el parto ¿por qué no puedo contratar a alguien que venga a
verme a mi casa si puedo permitírmelo? En este sentido las
matronas se comportan como el perro del hortelano: ni comen ni
dejan comer.
Una
matrona me dijo una vez que ella no podía dar las clases de
preparación al parto como le gustaría, hablando del parto
fisiológico, de la libertad de movimientos, etc... porque lo que luego
iban a encontrarse las mujeres en su hospital de referencia era algo
totalmente distinto. Una matrona en el sistema público de salud no
puede como dice el artículo “ayudar a decidir donde parir”,
pues no puede abiertamente decir que su hospital no es recomendable
aunque así sea porque puede meterse en un problema. Las matronas del
sistema público de salud no “están de guardia desde la semana
38 hasta que se desencadena el parto”, cuando te pones de parto
te toca la que te toque, la que esté ese día trabajando, que puede
que la conozcas de los controles prenatales o lo más probable es que
no sea así. Tampoco “mantiene el contacto telefónico para
cualquier consulta tras el parto”. En un mundo ideal todo
esto sería cierto pero hoy por hoy las cosas no funcionan así.
Es más, me consta que otras muchas de las competencias que dicen
serles “usurpadas” por las doulas, no son si no necesidades
cubiertas por ellas, ya que a pesar de que “técnicamente” si
sería factible que las matronas las llevasen a cabo no suelen
hacerlo ( y hablo siempre de la mayoría, no de las contadas y
felices excepciones):
- Las matronas no ofrecen apoyo emocional, ni recursos, ni información objetiva, se limitan la mayoría de las veces a tomarte la tensión, pesarte y echarte la bronca por lo que has engordado. No tienen tiempo ni sensibilidad para ello. Harta estoy de comprobar como embarazadas sanas y felices salen de la consulta tristes y preocupadas por los comentarios desafortunados de matronas sin tacto.
- No ayudan a elaborar un plan de parto, no saben lo que es o no les parece que sea buena idea elaborarlo (y esto lo digo también por experiencia propia)
- En la mayoría de los hospitales la única opción para mitigar el dolor es la epidural, las matronas no te ofrecen ninguna alternativa natural, así como tampoco dan opciones para cambiar de postura porque la monitorización continua lo impide. Basta con ver algún capitulo del programa “Baby Boom” donde se ve claramente como las matronas se mofan de las mujeres que expresan su intención de no utilizar la epidural y como insisten en convencerlas para que hagan uso de ella sin ofrecerles ninguna otra alternativa.
- Muchas matronas y enfermeras en general no tienen formación específica en lactancia y con sus recomendaciones hacen mas mal que bien...
Está
claro que si las matronas desempeñasen efectiva y
eficazmente todas esas competencias, las doulas no serían
necesarias. Me parece una desfachatez enorme que en su lucha por defender su profesión de supuestos ataques externos, enarbolen ese largo listado de funciones como justificación a su
denuncia, pues siendo muy generosos puede que solo lo cumplan el 25%
de ellas. El resto no lo cumplen porque no saben, no quieren o no
pueden. Quizá es hora de empezar a denunciarlas por dejación de
funciones. Sin ir mas lejos a mi no me ayudaron a tener un primer
parto, seguro y satisfactorio, ni me apoyaron ni me ayudaron en la
recuperación psicofísica del parto ni tampoco durante la lactancia.
No
hay usurpación posible porque matronas y doulas no
son lo mismo, no hacen las mismas cosas. La doula no es un
sanitario, no manda pruebas ni las analiza, no receta ni recomienda
medicamentos, no toma decisiones por la madre, no la obliga a hacer
esto o aquello, no la atiende en el parto, etc. simplemente está ahí
para cuando la necesita. Todo el esfuerzo y la rabia contenida en
este documento podrían destinarla a defender sus derechos de
quienes de verdad usurpan sus funciones: los ginecólogos. Pero
no se han equivocado al elegir enemigo, han optado por poner la
diana en las doulas porque este es un objetivo mucho más fácil de
atacar.
Luego
viene la parte sensacionalista que acompaña a todo este
despropósito, el mezclar las churras con las merinas a posta para
crear polémica y escandalizar con escatología al personal.
En
primer lugar dejemos las cosas claras: informar no es aconsejar ni
recomendar ni mucho menos obligar, y la labor de la doula es
acompañar, sin juzgar ni influir si no simplemente respetando las
decisiones de la mujer. De manera que si una mujer quiere hacer el
pino mientras da a luz, será porque así lo ha elegido ella no
porque la doula le haya obligado. Como mucho la doula vigilará que
no se caiga y la sujetará mientras tanto. Es imposible obligar a
nadie a comerse su propia placenta, esta es una decisión personal y
no muy extendida. La mayoría de los partos en este país son
hospitalarios, por lo que es de suponer que la mayoría de los partos
en los que intervienen las doulas son de este tipo, y de todos es
sabido que en el hospital disponen de nuestra placenta, y aunque
quisiéramos no podríamos comérnosla. La única opción para poder
ingerirla pasa por dar a luz en casa, y no todas las mujeres que
paren en su domicilio se comen su placenta, por lo que de ocurrir no
ocurre muy a menudo y como dice mi marido, “comerse la placenta es
como comerse las uñas o los mocos, cuestión de gustos, no
canibalismo”.
Es
muy ruin tratar de irresponsables a unas (doulas) y de estúpidas ignorantes a
otras (madres)y más ruin aún es negar la existencia de la Violencia
Obstétrica e insinuar que es un invento de este colectivo, cuando uno de los responsables de la misma son las mismas matronas por acción
u omisión.
Por
último quiero resaltar que la relación de “riesgos” que
implicaría según este informe hacer uso de los servicios de las
doulas es un despropósito de marca mayor. Todos parten del hecho
incierto de que las doulas se comportan como sanitarios, tomando
decisiones y efectuando acciones que corresponden a matronas y
ginecólogos. Esto no ocurre de forma generalizada y hacer creer eso
es faltar a la realidad. La única actitud constructiva a este
respecto consistiría en dar a conocer quienes han obrado así para
que todas las mujeres lo sepamos y no recurramos más a ellos. En
términos generales quienes contratan doulas, saben lo que hacen y
terminan contentos con el servicio que les han prestado. Como
comentaba un padre en internet: “Nuestra doula si que es una
caníbal. Se comió todo el miedo de mi mujer y le permitió tener el
parto con el que soñaba.”
Por
cierto, no soy doula, no trabajo dando clases ni cursos relacionados
con este tema y nunca he contratado ninguna. Soy doula de corazón y las apoyo a todas ante este ataque injusto que han sufrido.
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