Ya solo el título del articulo es
tendencioso: “Vínculo madre e hijo, ¿hasta donde?”, como si hubiera o
debiera de haber un límite físico o temporal al vínculo.
¿Dónde está ese límite? ¿Quién lo pone? ¿En base a qué? ¿Por qué esa obsesión con poner límites al amor y al contacto? ¿Quién se cree con derecho a decirme hasta cuando debo dar o no el pecho a mi hijo, donde debo acostarle o instarme a que no lo coja en brazos? En realidad, lo hace todo el mundo: los abuelos, los tíos, la vecina de enfrente, la tendera, el que pasa por la calle… todo el mundo reprende a las madres que damos la teta a niños “mayorcitos”, que dormimos con ellos, o los llevamos en brazos cuando nos lo piden porque están cansados o quieren mimos.
¿Dónde está ese límite? ¿Quién lo pone? ¿En base a qué? ¿Por qué esa obsesión con poner límites al amor y al contacto? ¿Quién se cree con derecho a decirme hasta cuando debo dar o no el pecho a mi hijo, donde debo acostarle o instarme a que no lo coja en brazos? En realidad, lo hace todo el mundo: los abuelos, los tíos, la vecina de enfrente, la tendera, el que pasa por la calle… todo el mundo reprende a las madres que damos la teta a niños “mayorcitos”, que dormimos con ellos, o los llevamos en brazos cuando nos lo piden porque están cansados o quieren mimos.
Sin embargo nadie pone el grito
en el cielo cuando unos padres se dejan un pastón en la farmacia todos los
meses para alimentar a su bebé cuando podrían alimentarle gratis con el pecho. Nadie
se escandaliza cuando los padres dejan a un bebé de 4 o 5 meses 8 horas solito
en una guardería. Nadie se indigna por que se deje a un bebé varias horas
llorando en la cuna hasta que rendido y agotado se queda por fin dormido. Y lo
hacen por tres motivos: ignorancia, prejuicios y resentimiento.
Ignorancia porque no tienen ni idea de lo que los niños necesitan,
a pesar de haber sido ellos mismos niños o de tener incluso hijos propios. No
saben lo que necesitan y aunque lo sepan o lo intuyan han decidido ignorarlo
por el motivo que sea.
Rebosan prejuicios inculcados por la sociedad y la cultura. Repiten
constantemente como si fuera un mantra toda una serie de frases hechas que no
saben muy bien de donde han salido, ni cual es su razón de ser o justificación,
y se las creen a pies juntillas: “lo vas a malcriar”, “no va a salir de tus
faldas”, “nunca abandonará la cama”, “tiene que acostumbrarse”…
Y el resentimiento les nubla la visión. Si, hablo de resentimiento, de un dolor
sordo e inconsciente que guardamos muchos dentro, por no haber recibido de
pequeños lo que ansiábamos, y haber sufrido por la indiferencia y lejanía de
nuestros padres. No podemos dar lo que nunca hemos recibido y si conseguimos
hacerlo es a base de mucho esfuerzo. No nos sale natural, es algo que hemos de
trabajar y si no somos capaces de hacerlo, lo único que nos queda es arremeter
contra quienes actúan de manera diferente, intentando desacreditarles para
tranquilizar nuestras conciencias: “si consigo “demostrar” que ellos lo hacen
“mal”, por exclusión demostraré que yo hice, hago o haré lo correcto”.
Como madre que “cría con apego”,
me gustaría aclarar varias cosas: primero que yo no juzgo, ni me gusta ser
juzgada. La discusión a cerca de la “calidad maternal” en función de las
opciones que cada cual elije para criar a sus hijos no existe. Criar con apego
es lo mejor, tanto desde el punto de vista sanitario como emocional, lo dicen
los expertos y las autoridades sanitarias. Las madres que criamos con apego no
tildamos de “malas madres” a quienes no lo hacen, lo único que hacemos es
difundir información a cerca de las ventajas y beneficios que nos reporta a
nuestras familias hacerlo así, y nos gusta contar nuestras experiencias para
que sirvan de ayuda a quienes estén interesados en este tipo de crianza, pues quienes
elegimos esta vía, no contamos con mucho apoyo, ni ayuda social ni
institucional.
La polémica la crean los medios
de comunicación y está alimentada por quienes se sienten atacados al ver que
hay otra forma diferente de criar a los niños, diferente a la que ellos
practican o han practicado y que les lleva a plantearse si la suya es o no la
mejor opción.
Nadie es mejor o peor madre que
nadie, cada cual hacemos lo que sabemos, podemos y queremos en cada momento.
Pero hay cosas que son evidentes: para el bebé es mejor la leche “humana”,
leche de su especie, que la de cualquier otro animal. Cualquier bebé prefiere
un pecho calentito a una tetina fría de plástico. Los bebés sufren y lloran
cuando están solos. Esa es su naturaleza y esas son sus necesidades: pecho y
compañía. Y no hace falta leerse muchos libros para comprender esto, solo
necesitamos estar conectadas con nosotras mismas, nuestros bebés y nuestro
instinto para descubrirlo.
A partir de ahí cada cual puede elegir como actuar, siendo consciente de lo que implica su decisión.
A partir de ahí cada cual puede elegir como actuar, siendo consciente de lo que implica su decisión.
Se habla de no caer en
“extremismos” y aplicar el “sentido común”, pero como suele decirse: “el
sentido común, es el menos común de los sentidos”, cada uno tenemos el nuestro,
y el mío me dice que si mi hijo pide
teta es porque la necesita y yo se la doy, si mi hijo pide brazos es porque los
necesita y mi labor es brindárselos. Mi sentido común me dice que si tanto él
como yo, dormimos más y más a gusto juntos, pues lo lógico es que lo hagamos
así, aunque esto implique no hacer gasto en adquirir una cuna.
Se da a entender que el bebé y
las labores maternales anulan a la madre, que deja de ser persona para ser esclava
del pequeño. No voy a decir que es un camino de rosas, pero tampoco es una
tortura. Es una experiencia muy satisfactoria que además dura poco tiempo. Se
trata de “darse a otro”, de hacer un ejercicio de generosidad, de dejar de
mirarse al ombligo por una temporada y atender las necesidades primarias de un
ser indefenso, de darle prioridad porque es lo que toca.
Estoy de acuerdo en que la
coyuntura socio-económica actual no ayuda a criar con apego, hacerlo no es
fácil, por eso hay que reclamar a las autoridades que ayuden a las familias y
que se establezcan mecanismos de conciliación real, en lugar de estigmatizar y
tratar de ridiculizar a quienes defienden esta forma de crianza.
En nuestra sociedad actual para
una pareja con hijos, tener vida social, laboral, familiar y espacios propios
es muy complicado, y esto es así porque las parejas estamos muy solas en la
crianza, es imposible hacerlo todo a la vez y en muchas ocasiones no queda otra
que elegir en función de las circunstancias de cada cual. Hay quien decide dar
prioridad a los hijos, y lo hace con gusto, porque es lo que creé mejor para la
familia y lo que le reporta más satisfacciones. No se trata de hacer
sacrificios y estar amargado, se trata de amoldarse a las nuevas circunstancias
y ser consecuente con la decisión de haberse convertido en padres. Hay algo que
se nos olvida y es que los niños no son mascotas a las que con hacerles un par
de carantoñas al día ya es suficiente. Tampoco son champiñones que crecen solos
en el campo. Necesitan compañía, que se les cuide, que se les dedique tiempo y
eso es en parte lo que se les ofrece a través de la llamada crianza natural o
con apego.
En varias ocasiones se hace
referencia al problema del trabajo, y se hace distinciones entre madres
trabajadoras y madres que no lo son. La línea de separación entre unas y otras
se marca única y exclusivamente en que el trabajo sea fuera del hogar y
remunerado. Sin embargo creo que aquí está el mayor error de base, y este es,
el no considerar la labor maternal como un trabajo. Si el que cuida el bebé es
un extraño, en una guardería y lo hace a cambio de dinero, está trabajando. Si
esa misma labor la realiza la propia madre, en su casa y gratis, parece que no
está haciendo nada, cosa que es muy injusta y que no se ajusta a la realidad.
Por otro lado, la realización
personal no siempre depende de la vida laboral o profesional. No nos engañemos:
la gran mayoría de las personas, tanto mujeres como hombres, trabajan porque no
les queda otro remedio, esto es: trabajan para vivir, no viven para trabajar.
Muchas personas trabajan única y exclusivamente por el salario, en puestos que
no les reportan ninguna satisfacción personal. Cuando viene un niño a la familia, muchas
madres sufren al tener que reincorporarse al trabajo, lo hacen porque no les
queda mas remedio, porque necesitan el dinero para p ej: pagar la hipoteca,
pero si se lo pudiesen permitir se quedarían en casa con sus bebés. Los niños
también sufren con esta separación tan temprana. Por lo que el mundo laboral no
es el mundo de fantasía que nos quieren vender. La mujer no es siempre feliz en
el trabajo y desgraciada en el hogar. Es factible, y de hecho ocurre cada vez más,
que las mujeres se están pidiendo excedencias para cuidar de sus hijos el
máximo tiempo posible, y retrasan lo que pueden la vuelta al mercado laboral. Y
lo hacen no por obligación sino porque disfrutan de la maternidad y de sus
hijos. Para quien considera que los niños son siempre una carga y un fastidio
puede ser difícil de creer e imposible de asimilar, pero cuidar de los hijos
propios es algo satisfactorio y hay a quienes nos gusta hacerlo.
Por último tres cosas
importantes: una es que según las Autoridades Sanitarias la lactancia materna
es lo mejor y debe ser exclusiva hasta los 6 meses y el alimento principal
complementado con otros hasta los dos años. Por lo que dar el pecho solo hasta
reincorporarse al trabajo, tras nuestra “ridícula” baja maternal española de 16
semanas, es insuficiente, y destetar porque sí, al bebé antes de los 2 años
también es ridículo, pues suponer tener que cambiar nuestra leche gratuita por
otra de peor calidad que hemos de comprar en la farmacia o en el supermercado.
Lo segundo es que el papel del
padre es fundamental en la “crianza con apego”, ambos progenitores son
importantes para el niño y cada cual cumple un papel diferente y
complementario. Pero la madre es protagonista, le pese a quien le pese, durante
los primeros meses. Es la hembra quien tiene los pechos de los que brota la
leche, esa es nuestra naturaleza. El vínculo con el padre también es especial y
se va creando poco a poco. No hay beneficio alguno para las familias en tratar
de crear situaciones artificiales para dar protagonismo a unos en detrimento de
otros. La voz del niño es la que hay que escuchar, porque de lo que hablamos es
de su cuidado, y al principio la madre es insustituible, al igual que es
imprescindible para su cría, cualquier
hembra mamífera de cualquier especie animal que acabe de dar a luz.
Lo tercero, es que es
absolutamente falso, que dando el pecho mas allá de los 2 años se esté
dificultando la socialización de los niños. Cada niño es un mundo,
independientemente de que tome teta o biberón. Los hay más o menos
extrovertidos, más o menos cariñosos, más o menos atrevidos,… hay que respetar
la personalidad de cada cual y no tratar de estandarizarlos y establecer plazos
arbitrarios que les obliguen a ser o comportarse de una u otra manera según la edad. Los niños de teta
suelen ser muy empáticos, cariñosos, inteligentes e independientes. Si, si, han
leído bien. Todo lo contrario de lo que se da a entender en este articulo agresivo,
tendencioso, irrespetuoso y sin una pizca de objetividad. Los niños de más de
dos años que toman teta son niños absolutamente normales, que se relacionan con
otros adultos y juegan con otros niños como cualquier otro niño. Son niños que
toman teta, donde y cuando quieren tomarla y su madre se lo permite. Muchos usan
la teta para consolarse tras una caída en el parque, para irse a dormir, cuando
están aburridos o les apetece estar un ratito con mamá. Y el resto del tiempo
se lo pasan jugando con sus juguetes, peleando con sus hermanos o viendo
dibujos en la tele como cualquier niño de su edad.
Quienes han elaborado este artículo
podrán o no querer practicar la
“Crianza con apego” pero lo que no pueden es decir que es
mala para la madre o para el bebé, porque eso no es cierto. Puede que sea
“mala” para la sociedad capitalista y de consumo, porque implica menos gasto en
todos los sentidos, pero en absoluto es perjudicial para las familias. Les
pediría por favor, que no mientan, que se documenten mejor, que muestren un
poco de rigor y de respeto y basen sus informaciones en datos contrastados, y no
usen un medio nacional que tiene tanta repercusión únicamente para difundir sus
prejuicios y opiniones personales.
Me ha encantado la entrada, no podría estar más de acuerdo!! Con tu permiso la comparto en mi fb, un saludo!
ResponderEliminar