Juguetes caros, grandes y llenos
de colorines, luces y sonido, es lo que con toda la buena intención del mundo
nos regalan familiares y conocidos para nuestros bebés, aunque como ya he dicho
en alguna otra ocasión, lo que les llama más la atención al final son las cajas
de cartón en las que vienen guardados dichos juguetes.
Hoy quiero hablar de otras cosas
que al igual que las cajas se convierten indefectiblemente en objeto de deseo
de los más pequeños. No se trata de “juguetes” propiamente dichos, son cosas
que todos tenemos en casa y que por diferentes motivos les llaman mucho la
atención y les entretienen enormemente.
Empiezo por esas cosas que usamos
los adultos y que llevamos siempre encima, y que por tanto se muestran
irresistibles a ojos de los niños, tales como las llaves, el móvil o las gafas.
Está claro que no son cosas muy adecuadas para un bebé, ni un bebé es lo más
adecuado para esas cosas, pero el bebé les echará mano en cuánto pueda y si ya
sabe, también se los llevará a la boca.
Otras cosas con las que pueden
pasar un rato de lo más divertido son las bolsas de plástico, las hojas de
papel y los abanicos, eso si, nunca hay que dejarles coger las bolsas porque
pueden asfixiarse con ellas, ni tampoco el papel pues se lo terminarán comiendo,
y el abanico en el mejor de los casos lo dejarán lleno de babas. La sorpresa y
el ruido que provoca la bolsa al sacudirla, el papel al ser roto y el abanico
al abrirse de repente le harán soltar un sinfín de carcajadas y lo más probable
es que con tanta emoción termine exhausto y caiga dormido.
La cesta de las pinzas de
diferentes colores es el sumum de la diversión para los bebés. Tender la colada
con el niño gateando entre nuestros pies y jugando con las pinzas puede ser una
buena manera de integrarle en las tareas domésticas.
También les vuelven locos
nuestras narices que agarran con toda la fuerza de sus diminutas manos,- que es
mayor de lo que cabría esperar - y arañan con sus pequeñas pero súper
afiladas mini uñitas. Les fascinan igualmente los mandos a distancia de
cualquier cosa y ver como se mueven los molinillos de viento.
Por último, les chiflan las
piedras y los palos que pueden encontrar en el parque. Cuando ya son un poco
más mayores disfrutan de lo lindo recolectando piedras y escogiendo palos con
los que intentar sacar un ojo propio o ajeno. Y no, no les gusta igual si se los
escoges o regalas tú, como trataba de dar a entender ese famoso anuncio
publicitario. Por muy especial y valiosa que sea la piedra en cuestión, lo que
le da valor es que la haya encontrado él. Eso es lo que la convierte en un gran
tesoro.
Luego hay que revisar a
conciencia todos los bolsillos de pantalones y chaquetas antes de meterlos en
la lavadora, si no queremos ver las piedras dando vueltas en el tambor para
luego salir de allí relucientes.
¿Con que cosas bizarras se
entretiene o entretenía tu hijo/a?
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