martes, 10 de enero de 2012

ORGULLOSA DE MIS PECHOS

Llevo tiempo pensando en escribir esta entrada y por fin me he decidido a hacerlo después de ver en televisión el problema de muchas mujeres que se han implantado unas prótesis mamarias defectuosas Poly Implants Protheses (PIP)

http://www.deguapas.com/web-para-las-afectadas-por-protesis-mamarias-defectuosas-pip.html

Mi intención no es juzgar a nadie, ni tampoco entrar a analizar este tema con detenimiento, pero me sirve de excusa para decir algo que me ronda por la cabeza desde hace tiempo y es que: ¡ME SIENTO ORGULLOSA DE MIS PECHOS!

Yo nunca he tenido un escote bonito. De adolescente, las camisetas no me lucían tan sexy como a mis amigas y eso me acomplejaba, pero jamás pensé en operarme por dos motivos: porque meterme algo extraño en el cuerpo me da yuyu y porque meterme en el quirófano solo para eso me da más yuyu aún. Así que he pasado buena parte de mi vida intentando suplir a base de sujetadores aquello que “me faltaba”. Sujetadores con aros y rellenos incómodos, que evidentemente sujetar no tenían que sujetar nada, pero conseguían dar el pego bajo la ropa.

Pero a raíz del nacimiento de Jesús, y de unas cuantas obstrucciones mamarias dejé de usar sujetador. Me resultaba bastante incómodo enchufarle el pecho a través de varias capas de ropa – nació en un duro invierno – sujetador incluido, por lo que decidí quitarme ese obstáculo de en medio, y hasta hoy. Ahora no soy capaz de ponerme uno, es como si me pusiesen una camisa de fuerza, y me he visto obligada a regalar muchas piezas de los más variados colores y preciosos encajes, que cogían polvo en los cajones de la mesilla de noche, a otras mujeres que harán un buen uso de ellos.

Pero como digo, no los echo de menos, ni física ni psicológicamente. Sigo sin ser voluptuosa pero ya no sufro por ello, no me siento menos femenina ni menos deseable por ello. Esto es así porque me siento orgullosa de mis pequeños senos. Y no soy la única. Mi amiga Claudia también me lo comentaba hace poco. Supongo que el paso del tiempo hace que algunas mujeres abandonemos la frivolidad que suele envolver la juventud, que cambien nuestra percepción de las cosas y nuestras prioridades. Y sobre todo creo que influye el que ambas hemos dado el pecho a nuestros hijos, le hemos encontrado la verdadera utilidad a esa parte de nuestro cuerpo y nos hemos reconciliado con ella.

Para quien dude aún de cuál es la verdadera función del pecho femenino y se atreva a poner en duda que todas las tetas son bonitas y valiosas, les recomiendo que vean este video:

http://www.youtube.com/watch?v=NCwiiBRAgXo

martes, 3 de enero de 2012

PRIMEROS BEBÉS Y MAMÁS NINGUNEADAS

Para argumentar por qué se me revuelven las tripas al ver el reportajillo de A3 sobre los “primeros bebés del año” voy a comenzar exponiendo lo que creo que un parto y un nacimiento son o como deberían ser tratados o considerados.

Son tres las características que definen parto y nacimiento:

1.- Su carácter trascendental: nace un nuevo ser, nace una nueva madre, en un momento único e irrepetible que quedará grabado en las mentes de ambos para siempre.

2.- Su carácter íntimo: los protagonistas son la mujer y el bebé. La mujer debe ser quien decida qué personas pueden estar a su lado en ese momento y serán preferiblemente personas conocidas y de su confianza. Y cuantas menos mejor, o dicho de otra manera, las personas presentes deberían ser las mínimas imprescindibles.

3.- Su carácter sexual: somos mamíferos y sexuados, el parto es parte de nuestro sistema reproductivo sexual.

Dicho esto, procedo a analizar como en esta escena grotesca se han vulnerado todos estos principios, convirtiendo algo que debería ser una experiencia bonita y familiar en un espectáculo penoso.

1.- La prioridad de los presentes no era atender adecuadamente el parto, ni a la mujer, ni al bebé.
En su ánimo lo que prevalecía era seguir la juerga, a costa de todo, aunque ese no fuera el lugar más apropiado. Y lo peor es que supuestamente existía algún problema que obligaba al ginecólogo a usar las espátulas (¿?) y nadie tenía la decencia de apoyar a la mujer en ese momento, dándole ánimos y diciéndole que no se preocupase, que todo saldría bien, porque parece que era más importante continuar con la tradición y de paso seguirle el juego al periodista, que atender debidamente a la mujer.

¿Y por qué estos “profesionales” se han comportado de una manera tan absurda en un momento tan delicado? Pues porque no le dan a ese momento la importancia que tiene. Para ellos y la sociedad en general, parir se ha convertido en un simple trámite, algo por lo que hay que pasar para producir un nuevo ciudadanito, que genere gasto, se haga mayor y produzca para seguir consumiendo. Da igual como tenga lugar su nacimiento, si se fuerza o no, si se hace de manera respetuosa o no. Lo que importa es que “el producto salga vivo” independientemente de cómo esto tenga lugar y de cómo viva esa experiencia la mujer de la que sale dicho producto. La sociedad actual se ha cargado el carácter trascendental del nacimiento y por tanto éste es susceptible de ser ninguneado, y tomado a pitorreo incluso por aquellos que tienen que velar por su correcto desarrollo y la salud de la madre y el bebé.

2.- Es evidente que este parto no ha tenido nada de íntimo, y no lo digo solo porque haya sido grabado y emitido por televisión, sino porque por el paritorio pululaban ciento y la madre (nunca mejor dicho). La presencia de todas estas personas no está justificada, pues si así fuese, estarían desempeñando una función, realizando alguna labor y sin embargo se limitaban a dar vueltas por allí comiendo uvas y de paso vulnerando el espacio estéril del paritorio. Si no era necesaria su presencia ¿no hubiese sido mejor que saliesen del paritorio a tomarse las uvas fuera y dejasen tranquila a la mujer?

La intimidad es un factor fundamental para dar a luz, al igual que lo es para realizar otras funciones fisiológicas. Es habitual necesitar intimidad para hacer nuestras necesidades o para desinhibirnos y hacer el amor. Por lo que me pregunto si no habría sido posible evitar esas espátulas, si en lugar de convertir el paritorio en un circo, a la mujer se le hubiese dejado más tiempo, más libertad de movimiento y sobre todo más intimidad.

3.- En cuánto al carácter sexual, solo puedo decir lo que es evidente y es que: es absolutamente denigrante estar con las piernas abiertas y tus genitales expuestos, esperando que tu hijo nazca mientras que varios desconocidos están de cachondeo a tu alrededor.

Eliminados de un plumazo el carácter trascendental, íntimo y sexual de el parto, sólo nos queda un acto frío, mecánico e impersonal, en el que la madre y el bebé no son los protagonistas, si no toda la parafernalia de alrededor.

¿Y como se habrá sentido y se sentirá ahora esta mujer? ¿Se arrepentirá de haber permitido el acceso de la cámara al paritorio? ¿Será consciente de que ha sido tratada con muy poco respeto y de que el parto podría haber transcurrido de otra manera mucho más agradable y bonita de recordar? Lo peor de todo es que estamos tan acostumbrados a ver este tipo de trato en los paritorios: mujeres tumbadas que necesitan “ayuda” para parir, a las que se les hace de todo sin su conocimiento ni consentimiento, que creemos que esto es lo normal, que no hay nada mejor y nos conformamos con ello.

El tema de la nochevieja, las campanadas y las uvas es lo de menos. Al igual que ocurrió con el tema de las viñetas de la SEGO, esta ha sido solo la excusa perfecta para poder colarnos en un hospital y ver en vivo y en directo lo que ocurre en los paritorios españoles, y lo que ocurre es una falta de respeto enorme a la mujer que está de parto. ¿Y por qué ocurre esto? Porque las que parimos somos mujeres, y a las mujeres se nos sigue discriminando y tratando con violencia en muchos ámbitos, incluido el sanitario. A quién ponga en duda esta afirmación le propongo un juego, y es que trate de encontrar otra situación en la que crea que pudiese darse una escena tan rocambolesca como la que estamos analizando. Yo propongo varios casos:

1.- Entrar bailando la conga, con los gorritos de papel en la cabeza en la habitación de un enfermo en fase terminal.

2.- Entrar cantando y lanzando serpentinas en el lavabo mientras alguien está sentado usándolo.

3.- Entrar cámara al hombro y matasuegras en la boca en la consulta del urólogo mientras éste le hace un tacto rectal a un caballero.

Seguro que muchos coincidiremos en que estas situaciones están fuera de lugar y que no son nada apropiadas. Habrá quién diga que no es lo mismo, que no se puede comparar a entrar en un paritorio y yo le pregunto: ¿Es acaso la muerte y la despedida de un ser querido un momento más trascendental que el nacimiento y la bienvenida a una nueva persona? ¿Es que dar a luz tiene que ser obligatoriamente un espectáculo público? ¿Es que el cuerpo femenino es menos digno de respeto que el masculino?