Ha dado la casualidad de que la semana pasada empecé a ver una nueva serie: “Masters of Sex”, al mismo tiempo que se publicaban los resultados de las estadísticas de nacimientos en la Comunidad de Madrid, que reflejan como “el nacer” al contrario que “el querer” como dice la canción, si que tiene horario y fecha en el calendario.
La serie versa sobre la vida y obra de William Masters y Virginia Johnson, la pareja que enseñó a América cómo amar. Ambientada en los años 1950 y 1960, cuenta el proceso de elaboración del primer estudio científico serio sobre la fisiología del sexo. Ellos fueron los dos investigadores pioneros de la sexualidad humana en la Universidad de Washington.
William Masters estaba especializado en ginecología y yo tenía curiosidad por ver como se trataba el tema del parto y el nacimiento en la serie, aunque fuera tangencialmente. No me hizo falta esperar mucho, pues en los primeros minutos de metraje del primer capítulo, tiene lugar una verdadera declaración de intenciones de la comunidad médico-obstétrica. Están dando una fiesta en homenaje al doctor, un visionario en su campo gracias a sus innovaciones en cirugía obstétrica.
Al subir al escenario declara que “Lamentándolo mucho, debo marcharme, me toca trabajar esta noche”. A lo que añade el Rector de la Universidad que se encuentra a su lado: “Will Masters todavía tiene que ingeniárselas para conseguir que los bebés lleguen en horario laboral. Aunque les aseguro que lo conseguirá”.
Un aplauso, para Will y los suyos, porque sin duda lo han conseguido.
Solo hace falta echar un vistazo a los datos del estudio para comprobarlo.
Fuente: El País |
Y como siempre los representantes del gremio no asumen su responsabilidad, si no que tiran balones fuera y culpan de este patrón tan “singular” de nacimientos a las mujeres. ¿A quién si no? Mujeres que según los médicos pedimos que nos programen el parto o la cesárea a nuestra conveniencia y no a la suya. Mujeres que venimos con varios bebés a cuestas debido a los tratamientos de fertilidad o ya añosas y eso supuestamente nos impide parir por nuestros propios medios en el momento en que la naturaleza disponga. Esos son sus “comodines” para evitar admitir que no les gusta trabajar en fines de semana y festivos. Eso sí, todo argumentos sin contrastar, sin datos estadísticos fiables que corroboren dichas afirmaciones.
Probablemente mi primer hijo y yo fuimos víctimas de este despropósito que es el forzar a los niños a nacer y a las madres a parir cuando todavía no es el momento. Mi primera fpp (fecha probable de parto) era para el día 9 de Mayo pero el chaval se adelantó. Empecé a tener contracciones un sábado 29 de Abril y aunque solo tenía 2 cm de dilatación me ingresaron y me indujeron un parto, que a su ritmo a lo mejor no habría tenido lugar naturalmente hasta un par de días después, quién sabe. Pero claro, era mejor dejarlo todo atado antes del Puente de mayo, que ya se sabe, hay muchos compañeros librando y los que quedan no están con ánimos para currar.
Es triste decirlo, pero cuando intuí que estaba embarazada del segundo, lo primero que hice fue entrar en internet y buscar en una calculadora la fpp. La fecha que me decían coincidía con mis cálculos y con uno de mis mayores temores. Supuestamente podría ponerme de parto, ni más ni menos, que en ¡Nochevieja! Una coincidencia que sabía que podría ser motivo de complicaciones para terminar el embarazo con normalidad. En lugar de estar feliz por mi nuevo embarazo, estaba preocupada por las fechas en las que iba a tener lugar mi parto. Que esto ocurra es un motivo claro para que los profesionales se avergüencen de cómo están haciendo las cosas.
Mi Jesús y yo éramos carne de cañón para una “inducción por fiestas”.
Menos mal que decidí quedarme en casa y evitarme manipulaciones. El pequeño también se adelantó una semana como su hermano. Nació el día de Navidad, en mi cuarto, en un parto como “Dios manda”, cuando él decidió que había llegado el momento. De haber ido al hospital habríamos terminado probablemente igual de mal que en la primera ocasión: rajados, separados y estresados.
Las estadísticas son claras. Hay que tener la cara muy dura para seguir negando las evidencias. Que los médicos manipulan el proceso de parto a su antojo y que con ello provocan muchas complicaciones es un hecho. Ahora solo falta que lo admitan de una vez y empiecen a trabajar de verdad por cambiar su manera de hacer las cosas.
Una sugerencia gratis para los malos profesionales: estáis de suerte, no tenéis que buscar más, así como quien no quiere la cosa ya tenéis un propósito para el próximo año nuevo:
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