Con un eurito
y mi imaginación,
puedo llegar volando
a cualquier rincón.
Porque ya sé hacer globos de chicle.
Mi madre nos enseñó.
Mi hermano y yo
somos expertos en navegación.
De fresa, menta o melón,
los dos masticamos con fruición.
Luego soplamos y soplamos
para crear nuestra embarcación
Nos agarramos bien fuerte.
Aguantamos la respiración,
y con un pequeño saltito
zarpamos llenos de emoción.
El césped, mi casa, nuestra urbanización,
todo se va quedando pequeño,
mientras nos alejamos por el cielo.
Somos aventureros en busca de acción.
Vemos la carretera con sus coches,
el humo de la polución,
el parque del cohete,
algunos pájaros e incluso un avión.
No nos da vértigo la altura.
No tenemos miedo a volar.
Aquí arriba entre las nubes,
nuestra mente puede soñar.
A veces nos quedamos cerquita.
Otras nos acercamos a ver el mar.
Sin caravanas ni atascos,
somos los primeros en llegar.
Después de divertirnos un rato,
la aventura llega a su final.
Volvemos a casa cansados
cuando los globos se empiezan a desinflar.
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