Como comentaba en mi
entrada: MALAS MADRES, todas nos hemos visto juzgadas y condenadas
por malas-madres en alguna ocasión por propios y extraños, pero
¿nosotras creemos de verdad que lo somos? Existe
incluso una comunidad virtual que se auto denomina así: EL CLUB DELAS MALAS MADRES. Esta claro que ninguna somos perfectas, de manera
que no somos siempre buenas madres pero tampoco somos siempre malas.
Cada cual tenemos en esto de la maternidad, nuestros días buenos y
nuestros días malos, nuestros puntos flacos y nuestros puntos
fuertes. Algunas podemos ser más chillonas que otras, otras
descuidamos la higiene infantil o tiramos de comida precocinada más
habitualmente de lo que sería ideal, unas damos el pecho y otras no,
unas nos tiramos al suelo a jugar con los críos mientras que otras
aborrecemos hacerlo. Todo depende de cuales sean las cosas a las
que damos más importancia, de cuales sean nuestras prioridades.
Recuerdo una conversación
que tuve hace años en el metro con una compañera de trabajo, por
entonces Ángel mi primogénito tendría 6 o 7 meses. Mi compañera
también era madre de un niño más mayor, de unos 4 años. Recuerdo
que me dijo algo así como que: “siempre te queda la duda de si
lo estás haciendo bien”. Me preguntó si yo no sentía eso y
la verdad es que en ese momento no se me pasaba por la cabeza que
pudiera hacer algo distinto, algo mejor de lo que estaba haciendo con
mi hijo. Yo no tenía referencias en esto de la maternidad más que
lo que había vivido siendo hija de mi madre. Esta era mi única
influencia, lo que hicieron conmigo, tanto para bien y quería
repetir, como para mal y no quería hacer con mis hijos. Pero no
tenía con quien comparar. Era la primera de mis amigas en tener
hijos. No tengo apenas familia por lo que no he podido ver como mis
tíos criaban y educaban a mis primos, ni como hermanos o hermanas
hacían lo propio con mis sobrinos. Tampoco había investigado al
respecto por lo que no fue hasta que empecé a navegar por internet
en busca de explicaciones sobre el porque seguía sintiéndome mal
meses después del parto, que descubrí que existían miles
de maneras distintas de hacer las cosas. Fue a
partir de ese momento en que empecé a cuestionárme las cosas, a
cuestionárme a mi misma y me plantee por fin esa pregunta: ¿soy una
buena madre? Un tiempo después empecé a hacer las cosas de manera
diferente a como las había hecho hasta entonces.
Cuando solo conocemos un
camino no hay lugar para la duda. Estamos tranquilos porque no
tenemos que plantearnos decidir pues ya está todo decidido. Lo
incomodo es tener que elegir, exponerse a equivocarse y a la crítica
del entorno cuando nos salimos de lo establecido.
Leí un libro que se
llamaba: “Nuestros hijos y Nosotros” que describe distintos tipos
de crianza en distintas épocas y culturas. Es muy interesante ver
las diferencias entre unos sistemas y otros y la explicación a estas
diferencias, el porque es así y las repercusiones, lo que se
persigue y lo que se consigue poniendo en práctica cada uno de
ellos. Este libro ilustra como no existe un único camino y como
nosotros podemos construir el nuestro propio, el que se acomode a
nuestras circunstancias y nos haga sentir bien.
Creo que la clave está en eso, en intentar que todos en casa nos sintamos bien y que cuando nuestras circunstancias sean un impedimento para ello nos esforcemos en cambiarlas. Dejar de lado “lo que se ha hecho siempre” y el miedo “al que dirán” para hacer aquello que sintamos que nos hace felices y hace felices a nuestros hijos.
Creo que la clave está en eso, en intentar que todos en casa nos sintamos bien y que cuando nuestras circunstancias sean un impedimento para ello nos esforcemos en cambiarlas. Dejar de lado “lo que se ha hecho siempre” y el miedo “al que dirán” para hacer aquello que sintamos que nos hace felices y hace felices a nuestros hijos.
Ser padre/madre no es
fácil, siempre lo digo. Hay que hacer equilibrios todo el día
teniendo en cuenta muchos factores, hay que convivir con personas y
personitas con su propia personalidad, sus necesidades y sus deseos
diferentes, se producen situaciones conflictivas que muchos no
sabemos solucionar, o no lo hacemos de la mejor manera. Creo que en
lineas generales las madres nos esforzamos siempre por mejorar, por
hacer lo que creemos que es mejor para nuestros hijos aunque a ellos
no se lo parezca y nos lo hagan saber como hizo el mío pequeño al
escribirme esto
Suerte que siempre podré
recurrir al libro del doctor José María Paricio para subirme la
moral tras estas muestra de “afecto” de mi progenie.
Jesús haciendo sus primeros pinitos con la escritura |
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