Pareciera que la leche
artificial en lugar de ser leche de vaca modificada en polvo fuese
agua bendita procedente de Lourdes u otro manantial sagrado similar.
A parte de vendernos y nosotros creernos, que no hay diferencias
significativas entre la composición de ese producto y la leche
materna humana y que, por tanto, supuestamente sienta igual de bien
una que otra al organismo del bebé, también circulan por ahí
rumores infundados a cerca de sus cualidades como somnífero. Los
nuevos e inexpertos padres escuchan una y otra vez procedente de
diversas y mal-informadas fuentes el mantra de que “con el biberón
duermen más horas del tirón”. ¡MENTIRA!
El biberón no tiene
poderes mágicos y no es la solución a todos los problemas, al igual
que la teta no es la causa de todos los malestares o inconvenientes
que trae consigo el cuidar de un bebé recién nacido. Los primeros
meses de la vida de un bebé son duros de vivir, tanto si se le da
teta como si se le da biberón. Los bebés comen cada poco, duermen
de manera intermitente, lloran y no nos dejan descansar. Esto es así,
y no existe un remedio milagroso que nos pueda librar de todo esto.
Muchas parejas no
consiguen superar los tres meses de lactancia materna exclusiva.
Hablo de parejas, porque aunque quien da teta es la mujer, el que
continúe o no haciéndolo no depende exclusivamente de ella. El
apoyo o la falta de el por parte de su entorno y más en concreto de
su pareja influye enormemente en su determinación de seguir o no
adelante con el amamantamiento.
A los tres meses más o
menos los padres podemos estar al límite, llevamos mucho tiempo sin
descansar bien y no vemos el final del túnel, agotados creemos que
será así para siempre. Pero nos equivocamos, una fase está a punto
de acabar, pero a veces no tenemos la paciencia para esperar el
cambio y tratamos de forzarlo nosotros destetando. Los patrones de sueño del
niño empiezan a cambiar y lo atribuimos al cambio de alimentación
sin saber que ese cambio se hubiese producido igual de seguir dándole
pecho. Así unos padres vamos contando a otros padres como el biberón
“nos salvó”, perpetuando el falso mito de que con biberón los
niños duermen mejor. Una pena.
Ángel intentando escapar de la cuna |
El padre de las criaturas con cara de sueño. Esa época ya pasó gracias a Dios y ¡sobrevivimos! |
Me ha encantado esta entrada. como madre de tres niños me he sentido muy identificada con todo lo que expones. He amamantado a mis niños hasta que he podido y aun colecho con el mayor.
ResponderEliminarSoy una fiel defensora de la críanza natural, aunque respeto total ente cualquier opción.
Gracias por comentar. :)
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