lunes, 7 de octubre de 2013

LACTANCIA, AMOR Y HUMILDAD



El sábado estuve en el primer Foro de experiencias y vivencias de lactancia materna, organizado por la asociación Besos y Brazos. Me apunté para conocer de primera mano a Carmela Kika Baeza, Jose María Paricio Talayero y Adolfo Gómez Papí, excelentes profesionales y mejores personas, aunque al final terminé también como ponente. Mis historias de lactancia son difíciles de contar, por largas y complicadas, pero también por la parte emocional que llevan consigo. Me cuesta resumir, pero el tiempo apremia, por lo que siempre salgo de estos trances con la sensación de no haber contado todo lo que quería, como quería hacerlo.

Este tipo de eventos siempre son muy interesantes, entretenidos, educativos, y sobre todo emotivos. Quienes participan, se muestran tal como son, se sinceran y comparten su historia con los demás, hablando siempre desde el corazón, y eso se agradece enormemente. Además, esta vez el aliciente era que los principales ponentes, no acudían en calidad de profesionales, para hablar de aspectos técnicos o científicos de la lactancia, si no que, como cualquiera de las demás que estábamos allí, venían a  hablar de su experiencia personal con la lactancia. Escuchar todas las historias fue algo muy bonito y enriquecedor. Este foro me ha removido y me está haciendo reflexionar sobre muchas cosas.

Cuando este tipo de encuentros acaba, siempre me voy con la sensación de ser una gran afortunada, por haber conocido a estas personas tan valiosas y de las que tanto se puede aprender en tan poco tiempo. Son espacios de confianza e intimidad, donde se tratan temas de los que nadie habla y que por desgracia, no a muchos interesan. Por eso también me apena, ver que, la asistencia, aún siendo buena, desde mi punto de vista, es siempre insuficiente. Un padre preguntó que porque no se había grabado el encuentro, pues debería poder verlo todo el mundo. Yo opino lo mismo, pues en tan solo una mañana, y en un ambiente informal, se habló de muchas cosas importantes, que todos los futuros padres deberían escuchar alguna vez, quieran o no en un principio, optar por la lactancia materna para sus bebés, consigan o no, dar el pecho finalmente a sus hijos. La lactancia materna era el tema del que era objeto la jornada, pero fundamentalmente se hablo de algo más grande: el amor.

La otra gran palabra que resume esta jornada, y que me venía continuamente a la cabeza, al escuchar hablar a los profesionales de la salud que allí participaron, era humildad. Admitían con total naturalidad, que no siempre habían sabido de lactancia como sabían ahora, que ellos también habían cometido errores, influidos por el desconocimiento general de la sociedad y el ámbito sanitario sobre este tema, los mitos, y malas recomendaciones y la falta de apoyo de su entorno. Pero lo que más les honra, es que siguen pensando que no lo saben todo, y quieren seguir aprendiendo para poder ayudar a las mamás. Constatar que existen profesionales de esta índole, me da esperanzas para creer que todo no está perdido, y que aunque sea muy lentamente, el sistema cambiará, y en un futuro las madres y sus bebés, serán atendidos siempre como es debido. Humildad debería ser la principal asignatura obligatoria en la facultad de medicina, para poder formar buenos profesionales que proporcionen una atención de calidad.

Fue un placer participar en el foro. No me perderé el siguiente. Gracias a Alba y Ernesto por su iniciativa y empuje, pues hacen falta muchos más encuentros como este.

viernes, 4 de octubre de 2013

SI NO PUEDES VENCERLOS… ÚNETE A ELLOS.

Odio los Pokemons, los Invizimals, los Gormiti, y la madre que los parió a todos. Pero a mis hijos les fascinan, y se pasarían hablando de ellos, de sus poderes y sus evoluciones, toda la vida. Más el mayor, que el pequeño, quien en más de una ocasión, ha mandado callar a su hermano de un grito. A mi no me suscitan el más mínimo interés, pero ellos se empeñan en contarme, con pelos y señales, qué cartas tienen, cuáles le faltan, qué bichos son los más poderosos, o cuáles tienen más vidas. En algún momento, he llegado a temer desmayarme, o perder la cordura tras escuchar, más de media hora seguida , y sin pausa alguna entre medias para tomar aire, el discurso de las vicisitudes de tal o cual colección.

Ahora recuerdo, como mi hermana mediana, nos daba antaño, a todos el coñazo, con los Power Rangers. O como lo daba yo misma, con Michael Jackson. Supongo, que a todos nos ha pasado en algún momento lo mismo. Nos obsesionamos con algo y damos la tabarra con ello hasta la saciedad. Se me ocurre, sin tener que ir muy lejos en el tiempo, el tema “parto”, por ejemplo. Aunque creo que, de pequeña, yo nunca he sido tan pesada con nada, fundamentalmente, porque a mi no me hacían caso ninguno, y no tenía a quien “agobiar” con mis aficiones o intereses.

Total, que como he visto, que no tenía escapatoria ninguna, porque aunque yo no quiera comprarles los cromos o cartas de las colecciones, sus abuelos se empeñan, en darles pasta cada vez que los ven, para que se lo gasten en ello, al final he decidido, prestar atención cuando me sueltan sus peroratas, y he terminado, enterándome de cómo funciona la cosa. Sigue sin gustarme un pimiento, pero ahora, por lo menos, sé de qué me hablan, y puedo interactuar con ellos, preguntándoles cosas, y haciendo como que me interesa lo que me dicen. Porque soy su madre, les quiero y me preocupo por ellos y sus cosas, pero no soy capaz, por mucho que me empeñe, de vibrar como ellos con esas cosas.

Está bien, ver la emoción con la que abren los sobres. Es interesante, verles como negocian los cambios y como, hasta en esto, ambos son muy diferentes. El mayor trata de timar al pequeño, no para de dar la vara, hasta que consigue la pieza objeto de sus deseos y se pirra por las últimas evoluciones, los bichos más fuertes, y a mi entender, más feos de todos. El pequeño acaba de regalarle sus “repes”, a un compañero de clase, según él, porque "tenía un taco muy pequeño", ante la estupefacción de Ángel, que no entiende porque no los cambia para conseguir los que le faltan. A Jesús le molan las primeras evoluciones, los “cachorros”, que son más “débiles”, pero más monos. 


Seguro que no soy la única madre, que está en esta situación. Estaría bien crear un “Club de Damnificadas por las Colecciones de Cromos”, ¿verdad?